Desde mi celda doméstica
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sábado, 18 de julio de 2015

FLORECILLAS ALFONSINAS (Capítulo Cuatragesimotercero)




Capítulo XLIII


Sueños y Naturaleza

Como ves, lector, estoy dejando al padre Alfonso expansionarse, como lo hacía día tras día, casi sin interrupción. No siempre escribía sus pensamientos, pero siempre le hicieron inseparable compañía. Eran “sus” pensamientos, porque los hacía, además, suyos. En realidad, no pasó un día sin esa conexión con el Espíritu, del que se sabía poseedor y poseído. Y es ese uno de sus más grandes legados. Todo lo veía filtrado por el pensamiento y la palabra de Jesús. No le gustaban las casas sin signos cristianos. No le gustaban los libros que no Le nombraran. No apreciaba la música que de Él no hablara. Claro que él sabía descubrirle donde los demás a lo mejor no. Desde muy joven descubrió los contactos divinos de la música y demás artes. Sobre todo, de la música.
Pero sigamos leyéndole. El 22 de abril de 1991, dice: “Nadie puede vivir sin amor. Se puede vivir sin muchas cosas: casa, trabajo, familia, prestigio, dinero, poder… Se puede vivir pobre o rico, culto o inculto, viejo o joven, creyente o incrédulo, libre o preso… Pero el ser humano no puede vivir sin amar y sin ser amado. Es decir, no puede vivir sin Dios.”
Y el 23: “¿Quieres soñar conmigo? Sueño en la fraternidad universal: que todo hombre es mi hermano, el blanco, el negro, el amarillo. Que toda mujer es mi hermana, la europea, la africana, la asiática. Que sólo hay un Padre, y un Jefe, y un Maestro, y que todos, sin excepción, somos sus hijos, sus siervos, sus discípulos. Y que no hay fronteras, ni barreras, ni miedos… Y sueño que esto ya es una realidad para los que hemos conocido a Jesucristo.”
Y, no obstante lo que acabamos de leer, escribe: “Es necesario saber distinguir y matizar y precisar. Que no es lo mismo Dios que los santos, ni orar que rezar, ni Iglesia que Jesucristo, ni Fe que creencia, ni Tradición que costumbre, ni Roma que catolicismo, ni Amor que querer, ni Espíritu que alma, ni Fuerza que poder, ni Grandeza que altura… Porque, si no distingues, no te conocerás siquiera a ti mismo.”
¿Qué sería lo que le hizo escribir sobre la libertad?: “Hay quien se cree libre, pero no te lo creas. Más bien, reconoce tus esclavitudes, y ve liberándote de cada una, poco a poco, cada día. Si lo consigues, aún quedarás tú mismo. Pero también esto se te dará y serás libre con el LIBRE. Sólo entonces sabrás de libertad y de la imposibilidad de volver a la esclavitud.”
No sé por qué estamos, el 26 de abril de 1991, en Cehegín. Era viernes. A lo mejor no es una deducción exacta, ese día, escribe así de poético: “Ese chopo es real. Y aquella palmera. Y esos otros perales y melocotoneros. Es real la casa que nos acoge, en que comemos, dormimos y rezamos. Este gigantesco aratonero, de cuya sombra, para descansar y escribir, me sirvo. Y la frondosa higuera que cubre la placeta del molino. Todo es real, y de Ti habla, Dios mío.”
Lo cierto y verdad es que lo anterior son como pinceladas del bello cuadro y marco en que solemos estar cuando vamos a su pueblo. Sin duda, allí encuentra la inspiración suficiente, como para escribir en la hoja del 27 de abril: “Si eres eterno, no temas el tiempo; si auténtico, no temas la apariencia; si fiel, no temas el engaño; si de Dios, no temas las criaturas. Que nada podrá arrebatarte la dicha de SER. Ni siquiera la muerte. La muerte y los ladrones se llevan tan sólo lo que tienes.”
Conciencia, Belleza y Bondad van a ser la referencia de los últimos dos días de abril de 1991: “Si la conciencia no te acusa, nada podrá condenarte justamente. Mantenla nítida como un espejo, donde pueda reflejarse para ti la voluntad de Dios. Deja que Él y ella se identifiquen de tal modo que, al mirarse en la conciencia los ojos de tu espíritu, sólo vean la mirada de Dios; no importa si de Padre o de Juez, pero que sea Dios a quien en ella veas para tu recto andar por esta vida.
Puede que la belleza sea un valor. Y, si la tienes, agradécelo. Pero procura que no sea el único valor que poseas. Que la hermosura, como la juventud, se cura con el tiempo. Consigue virtudes que te eternicen: la Bondad, la Prudencia, la Justicia, la Paz, la Alegría… Bueno, si tienes la Bondad, no te preocupes de las otras: vendrán fielmente a acompañarla. Si, por desgracia, no tienes Bondad, mientras no la tengas, ya sabes que estás pasando por la vida sin pena ni gloria, inútilmente.”



Tensión metafísica

Conforme te voy, lector, trascribiendo estos apuntes alfonsinos, me percato de que, desde alguna fecha, deja de escribir, y luego retoma la pluma y sigue escribiendo donde lo dejó. Veo que sigue construyendo sonetos y, esta vez, a la “depresión”, al “hijo pródigo”… Y, como ya debemos estar en las vacaciones estivales, tiempo en el que, bajo el gran almez, escucha la música clásica, dedica sonetos a Tchaikovsky y a Beethoven, y al vecino de la huerta –cocinero estupendo-. Y vuelve a componer versos para “Cehegín eterno”, “juventud ajada”, “el chopo del molino”, “estrellas y deseos”. Y deja inconcluso un soneto dedicado a la iglesia parroquial de Santa María Magdalena, cuya señera estampa se contempla desde el molino de la huerta. Lo empieza así:
Se yergue majestuosa sobre techos/de pobreza que atesora el Puntarrón/Impasible frente al sol y el nubarrón/anima de Cehegín viriles pechos.
En cambio, sí completa el que él consideraba su mejor soneto, por la carga afectiva que vuelca con una fe amorosa: A SOLAS CON JESÚS. Finalmente, ese verano dedica dos sonetos a “despedida” y “me voy”, como agradeciendo la última comida con los familiares y amigos, y reflejando la añoranza del pueblo que le vio nacer. Lo escrito en la primera página de mayo de 1991, también hace referencia a lo vivido en la etapa estival:
“Gimnasios, piscinas, estadios y polideportivos… Todo eso es bueno al hombre. Echo de menos, no obstante, los gimnasios del espíritu, las piscinas del corazón, los estadios del alma, los polideportivos de la mente humana. Mientras el cuerpo parece fortalecerse, me temo la atrofia de la vida espiritual. ¿O acaso son, éstos, tiempos de tensión metafísica? No, no lo son.”
Sobre el amor dejará impresa una página maravillosa: “Aunque no creas, ama. Si nada esperas, ama al menos. Que ni de ser creyente ni de esperar vas a ser juzgado. Pero de amar o no amar, sí. Nada más identificativo del ser humano que su capacidad de amor. Por eso, hay ateos y desesperanzados. Mas no sin amor, porque no serían hombres. Eso parece lo incuestionable. No obstante, el mundo adolece de una enfermedad mortal, con gravísimo riesgo de autoaniquilarse: carece en proporciones alarmantes del amor de Cristo.”
Sobre la página del 3 de mayo: “Sé positivo. Fíjate en lo bueno que hay en la vida, en los seres y en las cosas, que es casi todo. No es verdad que abunde lo malo, pero algunos –no saben por qué- suelen fijarse en lo que no es bueno. Dios es bueno, el mundo es bueno. Alégrate por ello y sé agradecido.”
Y el día 4: “¡Cómo se añora lo que hicimos y nos hicieron de bien! Aquella carta, aquella llamada, aquella visita, aquella sonrisa, aquel gozo, aquella paz… Pero no es sano que vivas de añoranzas. Haz buenos nuevamente tu palabra, tu pluma, tu gesto, tu corazón, tu alma. Y renueva cada día el mundo en que Dios te coloca.”
De la semana del 6 al 11 de mayo, copio el texto íntegro. Vale la pena: “No te creas bicho raro en ningún aspecto, que eso es soberbia muy camuflada. Té eres normal, ni grande ni pequeño, ni bello ni feo, ni genio ni retrasado. Eres un ser humano. Eso sí, capaz de adaptación, de perfección, de envilecimiento. Y acéptate así. Que aceptarse no es aguantarse o resignarse. No es poco si pueden escribir en tu epitafio: “Era un ser humano”.
“Sabemos muy poco de casi todo. Por no decir de casi nada, que viene a ser igual. El saber no se adquiere sino saboreando. Porque saboreando acrecentamos la memoria de lo que sabemos. Y eso es sabiduría. ¿Me habré hecho entender? Bueno, quería decirte que sólo sabes lo que saboreas, es decir, que saber es sinónimo de degustar, de paladear. Así que, lo que se dice “sabios” escasean una cosa mala.
El hombre es infinito en el deseo. De manera que si, al morir, no satisface la infinitud de su deseo,¡menudo infierno le espera! Di conmigo, sin que te dé vergüenza: ¡Dios mío, si Tú eres el objeto de mi deseo, no quede yo defraudado eternamente! Y ten seguro que por Él no va a quedar.
Te iba a decir que Santa Teresa… Bueno, que te lo diga: Nada te turbe/nada te espante/Todo se pasa/Dios no se muda/La paciencia todo lo alcanza/Quien a Dios tiene nada le falta/SOLO DIOS BASTA. Claro que tú puedes no hacer caso a estos consejos, y seguir con tus locuras y esquizofrenias. Pero tenías la medicina.”

En alabanza de Cristo. Amén

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