Desde mi celda doméstica
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lunes, 16 de mayo de 2016

DONES DE DIOS

DONES DE DIOS

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Entre todas las flores del convento 
son las rosas las mías preferidas; 
en mis manos se quedan las heridas 
cuando asirlas con ansia yo lo intento.

Sus espinas excitan el contento 
por las suaves fragancias absorbidas, 
que es como vivir miles de vidas, 
pues, al instante, tan feliz me siento.

Las rosas conventuales son los dones 
que Dios nos concedió para los otros, 
aspirantes de olores inefables.

Las espinas, en cambio, son portones 
que hemos de cruzar, también nosotros, 
dejando tras de nos cosas mudables.



Alfonso Gil González
Cehegín, mayo 2016 

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