Desde mi celda doméstica
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jueves, 5 de mayo de 2016

MIS APUNTES PATRIOS (XXIX)


España expectante


Así podríamos decir que se halla nuestra querida Patria. Por una parte, sus incondicionales hijos, puestos sus pensamientos, como siempre, en la grandeza de la madre, en su libertad, en su generosa capacidad de reinventarse para estar al día, para solidarizarse con los hijos más necesitados, con su fe en un mundo mejor…
Por otra, sus hijos rebeldes y oportunistas, buscando la manera de desligarse de su maternidad y, lógicamente, de sus hermanos históricamente propios. Y los candidatos políticos viendo la forma de contentar a unos y otros. Yo que siempre soñé en que los Partidos serían como esas congregaciones que enriquecen la metafísica desde vocaciones diferentes, veo con horror que no les importa para nada el parecer del otro si no para pactar o para atacar. Los Partidos, no al servicio de la ciudadanía y del bien común, sino de sus propios intereses, haciendo que los españoles se dividan, se incomprendan, se odien y, Dios no lo quiera, se peleen.
Una vez más, España asiste a ver cuál de sus hijos lleva sus ambiciones hasta el extremo. ¿No les parece que si los actuales candidatos amaran a España, no se unirían buscando el mejor medio de ayudarla y enaltecerla? Pero cada cual va por su camino. Cada uno arrastrando tras de sí a cuantos más compatriotas mejor. Porque, además, dicen, la democracia es eso. Pero, ¿cómo va a gobernarse un pueblo desconociendo su pasado, su presente y, por tanto, su proyecto de futuro?
Señores candidatos, pónganse de acuerdo. Déjense de chorradas electorales, que ya sabemos todos las necesidades que hay: el trabajo, la salud, la educación, la seguridad, la unidad, la solidaridad con propios y advenedizos, la economía, la libertad verdadera… Pónganse de acuerdo. No jueguen con fuego, que no sólo se van a quemar ustedes, sino que podemos quedar todos achicharrados.
Reflexionen, mediten, dialoguen. Miren exclusivamente el bien común de España, de Europa y del mundo. Pero empiecen por España, que si ella no va bien, ¿cómo ayudará a los demás? No permitan que los vientos de un pasado vergonzoso mareen sus cabezas, es decir, que las atonten con propagandas de uno u otro signo. Eviten por todos los medios la tentación mesiánica, la solapada dictadura, la enajenación ideológica. Miren sencillamente a sus compatriotas, siempre esperanzados y deseosos de auténtica paz y felicidad.
Y a ver si, por fin, la expectación de España no quedara defraudada.

Alfonso Gil González

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