Una voz para recordar
Así le dedicaba unas líneas editoriales Nuria Fontova a esta cantante excepcional con motivo de su genial actuación en el "Tristán e Isolda" de Wagner.
Era abril del 94. Se editaba el CD de esta obra wagneriana sobre el amor y la muerte, sobre la ambigüedad de sentimientos. Wagner había escrito previamente cinco Lieder sobre unos románticos versos de Mathilde Wesondonk.
No es fácil escenificar la ópera wagneriana, tan llena de mitos entre el amor y el odio. El mismo Wagner era acusado injustamente de antisemita. Pero el manejaba como nadie "el profundo arte del silencio musical". Silencio que precisaba la voz pura de Jessye Norman, apasionada de la música de Wagner y de Strauss.
Frederic Sesé escribía sobre la Pasión de Cristo en la música. Eso equivalía a hablar de Bach.
Sir Georg Solti era una mirada desde el podio de la dirección, con más de ochenta años.
A su vez, Bruno Canino era el emblema del entusiasmo pianístico, con una capacidad extraordinaria de leer a primera vista cualquier partitura.
A Telemann se le estudiaba como a un barroco de nuestro tiempo. Su fama era increíble, como increíble su caída en el olvido.
¿Sabían ustedes que a New York se le llamaba la "gran manzana" porque todo en esa ciudad era tentación: el Metropolitan Opera House, el Carnegie Hall, Broasway... Musicalmente, la capital del mundo.
Alfonso Gil González
Jessye Norman en TRISTAN E ISOLDA de Wagner
TRISTÁN E ISOLDA dirigida por KARAJAN íntegramente