Desde mi celda doméstica
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jueves, 1 de octubre de 2015

FLORECILLAS ALFONSINAS (Capítulo Octogesimosexto)


Capítulo LXXXVI


Crisis en Betania

Al iniciar septiembre de 2004, mi padre Alfonso dejó escrito en su Diario: 50 aniversario de mi ingreso en el Colegio Seráfico de Cehegín. Me estoy haciendo mayor y sigo en la inmadurez, que no en la infancia, que ¡ojalá!
El 4, presenta el Certamen de Bandas de Música, con posterior cena fraternal. Pero, antes, había convocado reunión urgente de la Directiva de Betania por problemas graves surgidos. Con qué poca gana asistiría al acto de Coronación de la Reina y Damas de Honor y Pregón de Fiestas, que corrió a cargo de Antonio de Béjar Martínez, al día siguiente, en la gigantesca Sala Camelot de Cehegín. En dicha sala, el 9, se produciría el Concierto de Coro y Banda, y el susto que causó el desplome del suegro del maestro Alonso, a causa de una lipotimia o bajada de azúcar. El Concierto interpretó obras de Chueca, Massotti, Monsalvatge, Sorozábal, Fernández Caballero, Verdi, Bretón, Chapí, Carl Orff, Granados y Puccini.
En octubre de 2004, papá se acerca al Cabezo de Torres, en cuyo Teatro presentó el XII Festival de Bandas de Música. Al día siguiente, 4, asiste en la sala cultural de Cajamurcia a la Exposición de pintura al óleo de Teresa Ortega. El 8, en cambio, participa con la Semana Santa en la Jornada Diocesana de Cofradías celebrada en Yecla Luego, el 12, en la iglesia del Convento, como cada año, asiste a la celebración en honor a la Virgen del Pilar, patrona de la Guardia Civil, y al convite que ésta ofrece en el patio interior de su Cuartel ceheginero.
Papá prepara un cursillo bíblico del que se van a beneficiar, principalmente, los que participaban semanalmente en la oración itinerante. Asiste, el 14, en la Casa de la Cultura, a la proyección de la película IRIS sobre la enfermedad del Alzheimer. 
El 22 de octubre deja escrito en su Diario: Si el Reino de Dios está en medio de nosotros, la Iglesia debe hacer el colosal esfuerzote que la Humanidad lo descubra y potencie. O vendrá el caos. Cuatro días más tarde, añade: ¡Señor, no termino de aprender la lección! No solamente me hallo como pez fuera del agua, sino que le parece a mi falso yo que está como en redes. Pero tú, Señor, eres mi liberación, y mi verdadero ser eres Tú mismo, pues sin Ti ni existiría. Haz que no camine en tinieblas.
Sin embargo, papá siempre conservó la paz interior. Era verdaderamente feliz en medio de sus inquietudes y aspiraciones. La oración, la escucha de la música buena –en cantidad tremenda-, la poesía… eran manifestaciones de su calma, de su confianza en el Señor, de su saber soportar dichos y hechos no siempre acordes con lo que él hubiera soñado. A pesar de todos sus defectos, posibles o reales, se sentía en todo momento un privilegiado, un amado por Dios de modo peculiar y misterioso. Y eso lo notábamos en casa, y lo notaba la gente en la calle, con sólo mirarle a los ojos. Irradiaba paz, un don enorme que el Espíritu Santo le concedió para bien de todos.



Viaje a Toledo

Acompañando al Coro Ciudad de Cehegín, el 6 de noviembre de 2004, a las 6 de la mañana, salió en autobús hacia Toledo. Con sus cantantes, incluida mi madre, se hospedó en el Hotel Alfonso VI, muy próximo al famoso Alcázar, recorriendo, desde allí, detenidamente, toda la ciudad imperial. Al día siguiente, asistió a la Santa Misa, en la Catedral, y siguió el rezo de Laudes y Hora Intermedia, cantados por los canónigos. Tras hacer compras por Toledo, a las 5 de la tarde iniciaron el regreso a Cehegín.
El 15, terminaba de escribir el prólogo a un libro de cocina, de Antonio Navarro Belmonte, titulado El manjar de la cocina ceheginera. Este buen hombre, oriundo de Granada y casado con una ceheginera, le encargaba a mi padre los prólogos de sus libros de cocina. Durante una década, al menos, le hizo ese favor, pues publicó varios e interesantes recetarios.
Dedicado a su amigo y director, Francisco Alfonso Gil Morales le escribió un poema con el título El Estornudo. Decía así: 
Ha llegado el estornudo 
que fugaz e inoportuno 
se presenta en la nariz 
forzándote a producir, 
en determinados ratos, 
unas fuertes sacudidas 
que salpican de saliva 
la corbata y los zapatos.
Es causa de situaciones 
que te ponen en aprieto 
produciendo un repelús 
tembloroso y zozobrante, 
que afecta a todos los hombres, 
al enano y al gigante.
Al llegar la primavera 
lo padece todo el mundo: 
el médico, la enfermera, 
el paciente que lo apuntan 
en una lista de espera, 
y el chófer de la ambulancia 
que padece de estornudos 
desde su más tierna infancia.
¡Achús!, el estornudo 
siempre viene acompañado 
de la CH o de la S 
y con alguna vocal 
suena acorde musical.
Y si a un director de orquesta 
se le ocurre estornudar 
cuando el solo de trompeta 
se dispone a comenzar 
y la flauta travesera 
se detiene por si acaso, 
el concierto es un fracaso 
y hay que volver a empezar.
Este poeta, hijo y hermano de poetas, era bajo profundo en el Coro que dirigía papá. De vez en cuando venía a casa a escuchar buena música. De oficio, panadero. Desgraciadamente, murió joven a causa de sus problemas cardíacos. El citado coro no volvió a tener un bajo tan destacado. Pero de él ya hablé en capítulos anteriores. Hombre religioso, gustaba platicar con mi padre de las cosas de Dios. Que ÉL le tenga en su gloria.
A finales de noviembre de 2004, vinieron a verle unos primos de mi madre, que tenían un hijo en verdadero apuro. Comieron juntos y hablaron detenidamente, Al poco tiempo las cosas volvieron a su cauce y todo quedó como si nada malo hubiera sucedido. Su agradecimiento les llevó a enviarnos una hermosa cesta de navidad.
Aunque había recibido invitación oficial para la reinauguración de la Iglesia de Santa María Magdalena, una vez restaurada, los acontecimientos musicales de diciembre le obligaron a no poder asistir. Ese día, 18, había ido con el Coro  a Lorca, a la iglesia de San Francisco, para participar con otros coros en un festival de villancicos de Navidad, que vino a resultar maravilloso. Los cuatro coros participantes celebraron cena fraterna en el restaurante Los Valencianos. Naturalmente, ese mismo día, y casi a la misma hora, se producía la reinauguración de la iglesia parroquial principal de Cehegín que, tras la celebración de la Misa, también se festejó con una cena colectiva en el restaurante La Fama. 
Sería la gripe la responsable, este año, de que no se hiciera la Cena de Navidad en casa de mis tíos Franco y Paquita. Sí, en cambio, pudo celebrarse la de Nochevieja, también como cada año, en nuestra casa, con la asistencia de la familia Franco-Gil. Y fue por estos día de la Navidad cuando el seminarista murciano, Manuel Alejandro, trajo a mi padre las partituras de las canciones que deseaba le cantara el Coro Ciudad de Cehegín en la ordenación sacerdotal que recibiría en junio del siguiente año.
Con un recuerdo especial para su segundo hijo, que precisaba ayuda académica para su futuro en Psicología, termina mi padre el año con estas palabras: ¡Señor, gracias por este año que termina! Tú eres de ayer, de hoy y de siempre.

En alabanza de Cristo. Amén.

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