Capítulo XC
Diario oracional
Mi padre Alfonso escribía sus diarios como dialogando con Dios. Era una especie de desahogo con Él. Ejemplo de esto, por antonomasia, es el diario de 2006, que ahora comento. Comienza así: Quiero, Señor, reanudar con el Año nuevo nuestro diálogo diario. Tu presencia es el mejor regalo para este tiempo que me concedes vivir. Tu presencia es el cielo anticipado. ¡Gracias! Un día cualquiera lo acaba así: Bueno, Señor, esto ha sido, más o menos, la jornada de hoy. Gracias. Está preocupado por sus hijos: Debes echarles una mano.
En casa, hace limpieza de papeles y ve en Internet las páginas dedicadas a noticias religiosas para preparar los informativos semanales de la televisión local. Escribe, el 4 de enero: Gracias, Señor, por tus santos. Ellos son tus auténticos hijos, tu mejor imagen y semejanza. ¡Qué lejos me hallo de ser el hijo que deseas!
Y añade al día siguiente: Sólo si Tú me orientas y empujas, yo podré dar mejor sentido a este ministerio, para el que soñé que me llamabas y que llevo a trompicones desde los años 70 (1976, para ser exacto). Sé que la mies es mucha, y que quiero sigas contando conmigo, pero sólo Tú sabes cómo y cuándo poder laborar en tu viña. Dame luz y dame fuerza. Quita de mí todo obstáculo, y estaré listo para la faena. Y acaba el 6 de enero: En fin, Dios mío, ¿qué te voy a decir que Tú no sepas? Gracias por hacerme tuyo.
Como cada sábado, el fin de semana lo iniciaba con la oración del grupo itinerante. Participaba, el domingo, de la Misa Mayor en su iglesia parroquial, y se hacía cargo, después, de ayudar en los bautizos o de preparar a los mismos a padres y padrinos. Acabadas las fiestas navideñas, todo volvía a la normalidad, tras la retirada del “belén” y demás adornos. Empieza a cobrar al subsidio. Y, el 10 de enero, invitado por su amigo Juanjo Gómez, va a Murcia para ver la película LUTERO. Tras la misma, comenta: Falta mucho, todavía, a tu Iglesia para ser tu reflejo fiel en la historia de los hombres. Danos luz y fuerza, Señor, que aún camina el mundo como ovejas sin pastor, y Tú eres el pastor de la humanidad. Los anteriores y posteriores a Ti sólo son mercenarios de un rebaño que no es suyo.
Como uno de los domingos se bautizó un niño con el nombre de Salvador, escribe a continuación: Es fácil llamarse “Salvador”. Otra cosa es serlo, ¿verdad, Jesús? Gracias por serlo Tú y sólo Tú. El 16, saca de Internet la biografía de San Antonio Abad, escrita por San Atanasio. Y se da cuenta de las posibilidades que ofrece el ordenador para cualquier documentación o comunicación. Y escribe, citando el Evangelio: Si el Señor no construye la casa, en vano trabajan los albañiles; si el Señor no guarda la ciudad, en vano vigilan los municipales.
Lee la vida de San Francisco de Sales, y otro libro que le ha dejado su amigo Juanjo, La enseñanzas Zen de Jesús. Y comenta: Es curioso, pero no da el paso creyente del pensamiento judeocristiano.
El 25 de enero, escribe en su diario: Pablo llegó a convertirse. ¿Cuándo lo haré yo, Señor? Nunca. Si Tú no me tiras del caballo, no puedo convertirme. El caso es que me tengo por amigo tuyo. Siempre. No conozco el día en que no lo haya sido.
Como yo me encontraba mal, escribe al día siguiente: Señor, me da la impresión de que tiene miedo de acudir al médico. Debe hablarte como su verdadero y total salvador. Gracias. Estoy convencido de que sólo Tú puedes y sabrás darle en la tecla.
El último fin de semana de enero amaneció completamente nevado. La intensidad del frío hizo que no saliera de casa, y en ella celebró la Eucaristía. Se dedicó a la lectura de Orígenes comentando el libro del Éxodo. Y habló con mi madre de nosotros. Y escribió: Paz es lo que le falta a este mundo desquiciado, Señor. El terrorismo y el crimen campean por todas partes. Vivimos días de crispación política. Los violentos han triunfado en Palestina, en tu Tierra. Y Tú, que conoces la Historia, a pesar de los fallos humanos, darás a la misma su plenitud.
El 31, imprime las homilías de Orígenes, y deja escrito en su diario: ¡Qué diferencia, Señor, en ese modo de proclamarte, con otras homilías que los cristianos tienen que soportar! Hablando de soportar… Sólo Tú sabes lo que yo debo callar. Y no es que no merezca todo agravio e incomprensión, pero es que uno ya tiene ese desasosiego del pez que está fuera del agua. Aunque me reconforta saber que todo puede cooperar para bien de quien te ama.
Febrero de 2006 lo inicia leyendo Las Confesiones de San Agustín, y un libro que le dejó su amigo José Megías sobre la vida de Carlos de Foucauld. Días más tarde, lee el libro del emperador Marco Aurelio, Meditaciones. Y un librito, preparado por su primo Juan Ciller y sus hijos, sobre la redelimitación y plan especial del casco antiguo de Cehegín. Más tarde, leyó la Historia de la Iglesia, de Eusebio de Cesarea; y el Apologeticum, de Tertuliano.
El 4, marcha a Cartagena con el Coro Ciudad de Cehegín. Cantan en una boda celebrada en la iglesia del Carmen. Se casaba un hijo de Juan Antonio Garre. Escribe, el 6: El mundo islámico anda revuelto estos días. Todo está en tus manos, Señor.
Al día siguiente marcha a Madrid, a llevar a mi madre a la revisión médica en el Hospital de la Princesa, y al dentista. En Caldeiro, saluda a los religiosos. Se hospedan en casa de Cesi y Fernando Armenta. El párroco Goñi le entregaría unos libros del plan de formación que lleva en la parroquia. De vuelta a casa, se detuvieron en Hellín para saludar a las Clarisas.
Participaría, el 10, en la manifestación organizada por Manos Unidas, desde la calle Ginés de Paco hasta el atrio del Convento franciscano, en que se leyó un manifiesto y hubo una charla en el salón parroquial. Pero, este mismo fin de semana, mi padre hizo oración especial por mí, que no me encontraba muy bien. Y escribe en su agenda del 13: Internet es una inmensa biblioteca en que hay de todo: lo más sublime y lo más rastrero. Hoy, se hace imprescindible a la hora de preparar un tema de formación, de leer, de investigar, de comunicarte, rápida y eficazmente, con parientes y amigos.
Como el 20 no hay anotación especial en su diario, dialoga con el Señor sobre lo que me está pasando: mi trabajo, mi salud, mi inexperiencia… Y termina diciendo: Y perdóname que te hable así cuando veo las orejas al lobo. Pero es que Tú eres el pastor, y el médico, y sabes que te ama.
Al siguiente día, en el obispado de Murcia, se le informa del próximo Congreso Mundial de la Familia. Y añade en su diario: Pero los problemas de la familia escapan a tus sacerdotes y obispos, Señor. ¿Qué saben los solteros de problemas familiares? Tú sí los sabes, porque, en verdad, eres Padre, y algo de tu paternidad real has hecho que yo participe.
El 22, anota en su diario: Hoy, habría hecho mi madre 97 años. Pero sé, Señor, que es mejor cumplirlos contigo. Ella confiaba en mis oraciones, es decir, en tu amor. Tú nos llamas cuando quieres, y siempre debemos estar preparados para tu llamada.
En estos días, mi padre escribió una carta a favor de los sacerdotes casados, y la envió al Papa y a todas las Conferencias Episcopales del mundo. Y, por supuesto, a todos los obispos españoles. Y tenía previsto ir a Madrid, el 27, pero un fuerte sudor general y una descomposición intestinal se lo impidió.
En la tarde del 2 de marzo de 2006, se presentaba el cartel de Semana Santa. Estuvieron presentes seis concejales, los presidentes de cofradías, cuatro medios de comunicación, los diseñadores del mismo, la junta directiva de la semana santa, numeroso público y, lógicamente, mi padre. Después ofreció un pequeño refrigerio a los presentes a ese acto. Y será, el 5, cuando asista, en la iglesia del Convento, al hermanamiento de los sanjuanistas de Alcantarilla y Cehegín.
El 7 de marzo, vuelve a escribir sobre Internet: Al adentrarme en algunos programas informáticos, veo, Señor, que el ser humano, físicamente, no es tan grande como para que abrigue tanto orgullo. La Tierra se ve, a lo lejos, como una pelota de jugar. Al lado del Universo, invisible. ¿Por qué lo invisible es lo que realmente vale? Internet es una inmensa biblioteca. El conocimiento empírico del hombre está registrado en sus páginas. La vida de acá no es suficiente para adquirir tanto saber, tanta experiencia. Es, por eso, que la sabiduría se mueve por otros caminos más recónditos.
El 9 de marzo es invitado por el Canciller de la Universidad Católica de Murcia a la Eucaristía de acción de gracias por la encíclica Deus caritas est y por la concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2005 a las Hijas de Caridad. Tras la Eucaristía tuvo lugar de presentación de la citada Encíclica, presidido por el cardenal arzobispo Paul Josef Cordes, en el templo del Monasterio de los Jerónimos.
Como el 11 era el 39º aniversario de su ordenación sacerdotal, escribe en su agenda: ¡Qué mal sacerdote tuyo, Dios mío! ¡Qué indigno para tan alto ministerio! ¡Sólo tu misericordia puede salvarme!
Su preocupación por mí le hace escribir: ¡Es tan fácil de engañarse el ser humano! Sólo tu constante presencia, Señor, y el dejarse llevar de tu Espíritu que, en definitiva, es el de todo hombre, pone luz y felicidad en nuestro diario vivir. Y días más tarde: No necesitas que te diga nada de lo que Tú bien sabes. A veces, para desgracia nuestra, caemos en manos de los médicos. Pero no hay error que Tú no puedas subsanar. Yo te amo, pero, aunque así no fuera, Tú siempre eres fiel, y todos tus santos lo son porque Tú eres la Bondad y la Salvación. Cada día es bueno gritar: “SEÑOR, SÁLVANOS, QUE PERECEMOS”.
En la tarde del 15 de marzo, en casa de Juan Tudela, les pone la película LA PALABRA al grupo de oración. Su tema central es fundamental en la vida de un cristiano e, incluso, de cualquier persona. El 28, escribe en su agenda: A veces, Señor, hablarles a los hijos es muy duro. Tú ya sabes a qué me refiero. Haz Tú la labor propia de Ti en cada uno, y nos conduciremos con más seguridad.
Marzo de 2006 se cerraba con la presentación de un libro escrito por Francisco Ortega Bustamante, titulado Cehegín, imágenes del pasado, en la Casa de la Cultura. Prologado por Jesús de la Ossa Abril, buenísimo escritor, dirigió unas palabras José María Alcázar Pastor, académico de Alfonso X el Sabio.
En alabanza de Cristo. Amén.