Desde mi celda doméstica
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sábado, 2 de mayo de 2015

PARÁBOLA SECULAR

Parábola secular


Había una vez un político corrupto que salió a cenar con su mujer. Al pasar por el parque de la ciudad, vio a su propio hijo, ya crecidito, que estaba tumbado en un banco a causa de un coma etílico, y comentó a su esposa: “Ahora sí que hay libertad”. 
Tiempo más tarde, hubo de llevar a una hija suya, de 16 años, a que le practicaran un aborto, y comentó al personal de la clínica: “Ya era hora de que en España hubiera igualdad”.
Un día, al volver del trabajo a casa, se percató de que su esposa estaba retozando en la cama con un individuo. No dijo nada. Se sentó en el sofá a ver la tele, hasta que la parejita concluyera su faena, y, por todo comentario, exclamó: “¡Viva la integración social!”.
Y siguió viendo la televisión estatal como si tal cosa. En esto, se da la noticia de que un grupo de españoles, junto a otros procedentes de América, Africa y Asia, había introducido en España una buena partida de cocaina. Pero el político en cuestión, ante el asombro de su familia, explicó: “He ahí la alianza de civilizaciones”.
Fue, al día siguiente, a visitar a una hermana suya, que tenía un hijo de corta edad al que le preguntó por sus avances educativos en el colegio. Ni se inmutó cuando su sobrino le dijo: “Hoy nos han enseñado cuarenta maneras de masturbarse”. A lo que contestó. “¿Ves, sobrino, la importancia de la Educación para la Ciudadanía?” Y se quedó tan pancho.
De vuelta a casa, vio a unos jóvenes separatistas que quemaban la enseña nacional, a los que arengó: “Sí, señor, como veis, es ahora cuando podemos hacer lo que nos dé la gana, y no como antes, que nos enseñaban el respeto y la obediencia a nuestros mayores.”
Antes de cruzar la puerta del hogar, un camello le ofrece toda clase de alucinógenos. “¡Qué barbaridad de productos! ¡Y luego decís los autónomos que estáis mal!”, le dijo.
Ya en casa de nuevo, comentó a su pareja lo bien que iba España, y cómo hay todavía algunos tontos, como yo, que no se lo creen. Claro que, acto seguido, la tele da un reportaje sobre la depresión económica en algunos países, y cómo determinados individuos optan por el suicidio, y se le ocurre comentar: “¿Ves, querida? Esa también es una forma de salir de la crisis.”

Alfonso Gil González  

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