Desde mi celda doméstica
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lunes, 4 de mayo de 2015

ESPAÑA DESCAFEINADA


España descafeinada

 Me puedo equivocar. Ojalá me equivocara. Esta España nuestra, que cree saber de política como nadie; que cree saber de religión más que el Papa; esta España nuestra vive en la mediocridad cultural, política y religiosa, como pocos pueblos en el mundo. No hay más que estar atentos a las conversaciones de nuestros jóvenes, sean o no universitarios; a las de nuestros mayores, sean o no analfabetos. ¡Qué desconocimiento! ¡Qué vulgaridad en la expresión! ¡Qué falta de vocabulario! ¡Qué sordidez en el lenguaje! ¡Qué primitivismo en el tono! ¡Qué insustancialidad en el tema! 

   Si conectamos la televisión, marujoneo por doquier. Programas sustentados en la violencia, en los genitales, en lo novelesco, en el embrutecimiento. Incluso los dedicados a nuestros más pequeños están salpicados, cuando no inmersos, de lo más vulgar y degradante de lo humano. Claro que hay programas dignos. Y jóvenes inquietos. Y mayores con lucidez. Pero, ¿dónde están? ¿Acaso en nuestro Parlamento? ¿Será esta élite privilegiada quien nos gobierna?  
   Aparte de la tele y de Internet, ¿quiénes educan hoy a nuestros niños? Niños que se siguen bautizando y no saben qué es eso de ser cristiano; que siguen haciendo la Primera Comunión y no saben qué sea amar a Jesucristo. Jóvenes que se confirman más tarde, y apenas hay quienes se entreguen a la tarea evangelizadora. Que se casan, y ya no vemos diferencia entre quiénes lo hacen por la Iglesia y quiénes no, o simplemente se arrejuntan.
   De cara al próximo curso, la atención y los bolsillos se dirigen hacia los libros de texto. Entre éstos, uno que está dando mucho que hablar. Yo confío en que Educación para la Ciudadanía sea una disciplina éticamente aceptable. Pero ya me dirán ustedes cómo puede ir bien un país que relega el Evangelio a la libre elección, mientras obliga inexcusablemente al estudio de un texto intrascendente. Gandhi se echaría las manos a la cabeza, sabedor como era de que el Evangelio es el libro educador por excelencia.
   Pero ¡así va España!

Alfonso Gil González
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