Desde mi celda doméstica
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lunes, 4 de mayo de 2015

EL ANARQUISMO

ESPAÑOLISMO HISTÓRICO
(El Anarquismo)


El anarquismo español, a caballo entre los siglos XIX y XX, hunde sus raíces en el pensamiento foráneo. Anarquía es un término griego que podría traducirse por “fuera de la ley” o “sin principios” o “sin estado o gobierno”. Del anarquismo, tras siglos de silencio, empieza a hablarse en la guerra civil que Inglaterra sostuvo en el siglo XVII y, posteriormente, en la revolución francesa de finales del XVIII. A España pasó a través de un discípulo de Proudhon, llamado Ramón de la Sagra, que fundó el periódico El Porvenir, allá por 1845. Más tarde, Pi y Margall, tras la revolución de 1873, aboga por un descentralismo o cantonalismo, que está en la base del posterior anarquismo catalán, levantino y andaluz.
Las circunstancias históricas de nuestro pueblo asociaron el anarquismo al terrorismo y al sindicalismo obrero, entrando en dura competición con el comunismo que, unas veces, lo absorbió en sus filas y, otras, lo combatió militarmente. Unas veces en la clandestinidad, otras en abierto activismo, el anarquismo forma triste coprotagonismo en nuestra reciente historia. Su desprecio por toda autoridad constituida, su talante libertario y su anulación de la propiedad privada, se ha granjeado ser combatido en todos los terrenos, llegando a florecer ocasionalmente en el exclusivo campo literario más que en movimientos eficaces de real importancia.
En España, el anarquismo estaba en el origen de las insurrecciones andaluzas y en el terrorismo catalán. Era lógico que la dictadura de Primo de Rivera (1923) lo persiguiera, y que la victoria del ejército de Franco (1939) lo relegara a la mínima expresión. Una represión contra movimientos que, como el anarquismo, lejos de ser un ideal humano, dejaba miles de muertos tras su paso por la ciudadanía y cientos de templos y monasterios destruidos.

Alfonso Gil González

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