Desde mi celda doméstica
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miércoles, 6 de mayo de 2015

ESTAR AL DÍA


Estar al día


Hoy, basta con encender la radio, enchufar la tele o conectar el ordenador para que, inmediatamente, los diales y buscadores nos informen de la última novedad, no siempre agradable por desgracia. Resulta esto tan sencillo y cotidiano, que no nos hacemos a la idea de cómo nuestros mayores lo conseguían por otros medios, aunque ello no fuera “estar al día”, sino al mes, al trimestre o una vez al año.
Allá por 1893, se publicaba en Madrid una revista ilustrada semestral, que costaba 4 pesetas, y que contenía las secciones de interés para el diverso público lector: política, bellas artes, necrológica, ciencias, espectáculos, música, bibliografía, modas, notas de sociedad, críticas, retratos, colaboraciones, etc. Se llamaba Actualidades, y era como la madre o abuela de nuestras actuales revistas del corazón, pero sin tanta estupidez.
Pasado el tiempo, y casi con idéntica pretensión que la anterior, se editaba en la capital de España otra Actualidades, cuyo n.1 llevaba fecha de 15 de octubre de 1901. Considerablemente más económica, pues costaba sólo 15 céntimos de peseta, tenía un aspecto eminentemente cultural. Así, podemos observar que, comentando la zarzuela El Trabuco, de Torregrosa y Valverde, hace referencia a una tal Isabel Bru, cantante y actriz de la época, nacida valenciana, y que llegó a cierta fama en el arte interpretativo de la zarzuela.
Hay, también, constancia de otra revista de Actualidades, de 1908, a 15 céntimos ejemplar, que tenía su salida a la calle los jueves de cada semana, y que se destacaba por sus llamativa sección de anuncios comerciales, como el referente al “petróleo gal”, que estaba especializado en prevenir la caída del cabello, y que era una loción antiséptica y perfumada, con garantía del Laboratorio Municipal de Madrid y que, además, era ininflamable
Por estos primeros años del siglo XX, los soldados españoles se ilustraban con la revista África; los agricultores, con el periódico El agricultor español, y, los más cultos, con Acción Española, donde escribía Maeztu, Valera, Calvo Sotelo, Joaquín Arrarás, o donde se editaban las obras completas de Vázquez de Mella.
El caso era estar al día en la medida de lo posible. ¡Que ya vendrían tiempos de sequedad esteparia!

Alfonso Gil González

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