Desde mi celda doméstica
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sábado, 2 de mayo de 2015

CEHEGÍN 1963


Medio siglo atrás


Prácticamente, Cehegín iniciaba el año 1963 con la aplicación municipal de una ordenanza gubernamental que regulaba la funcionalidad de los inspectores de arbitrios. Resulta que el personal en propiedad de este Ayuntamiento, destinado a funciones recaudatorias, estaba constituido por un inspector jefe, con sueldo base de 12.500 pesetas anuales, y tres vigilantes de arbitrios, todos ellos con la categoría de servicios especiales y con sueldo base anual de 10.400 pesetas. Estos eran, aquel año, Jesús de la Ossa Ruiz, Ramón González Sánchez y Juan Pedro Galindo Piñero. Todos ellos utilizaban el mismo uniforme que la policía municipal y la misma arma reglamentaria, según me comenta mi amigo Rufino Ruiz Cuadrado que, además, me especifica que, mientras los policías municipales usaban pistolas Astra 9-P, estos inspectores de arbitrios utilizaban pistolas Star 9-L. Estos inspectores, una vez que el Gobierno de la Nación dispuso su desaparición como colectivo, pasaron con el tiempo a desempeñar funciones propias de la policía municipal. Asunto este que se resolvió favorablemente, años más tarde, gracias al buen hacer de Mariano Funes Martínez, secretario del Excmo. Ayuntamiento de Cehegín, y que lo era igualmente de la Diputación Provincial de Murcia.
Otro asunto importante, que hubo de resolverse en el Pleno de nuestro concejo municipal, fue la tramitación y elevación a la Junta Nacional para la construcción de un Grupo Escolar de diez secciones, con diez viviendas de maestros, donde quedarían alojadas las cinco escuelas unitarias de niñas, en mal estado, las dos de párvulos, que funcionaban en locales inadecuados, y las tres de nueva creación. Todo ello quedaría ubicado en el Paseo de las Concepción, tras la donación del terreno por parte del Conde de Campillos,  Don Joaquín Chico de Guzmán y Chico de Guzmán, según atestiguó Adolfo Mérida de la Rosa, que era el señor interventor de fondos. Don Luis María Chico de Guzmán y Barnuevo había dirigido, en tal sentido, carta al señor Alcalde. En ella se dice que, “confirmando nuestra conversación del otro día en mi casa, quiero comunicar a Usted, en nombre y representación de mis cuatro hermanos, y en el mío propio, que gustosamente cedemos, con carácter gratuito, a ese Excmo. Ayuntamiento, el terreno de nuestra propiedad en el Paseo de la Concepción de Cehegín, para edificar en él unos grupos escolares…”. En el mismo Pleno en que se leyó la citada carta se acordó, como agradecimiento a tal donación, ponerle el nombre de Conde de Campillos al Grupo Escolar referido.
En este año de 1963, el Ayuntamiento de Cehegín adquirió un vehículo destinado a Cátedra Ambulante de la Sección Femenina, que costó justamente 3.885 pesetas y 81 céntimos. También tenemos conocimiento de que, por ese tiempo, Antonio Muñoz Durán era el maestro de obras del Excmo. Ayuntamiento, prestándole unos servicios cada vez más extraordinarios que le impedían dedicarse de lleno a otros menesteres, como, por ejemplo, sus profesión de albañil. Y hay que destacar, en honra suya, que ese ejercicio de Maestro Alarife lo ejercía por una pequeña gratificación. No estaba el Excmo. sobrado de dinero, de manera que llegó a concurrir a un concurso convocado por la Diputación Provincial entre los Ayuntamientos de la Provincia de Murcia, cuyo primer premio estaba dotado con 25.000 pesetas. No sabemos si ganó el citado galardón, aunque generosidad no faltara. Por ejemplo, a la Casa Sindical del Hogar se le hizo cesión gratuita de los solares sitos en la Era de la Tercia, para la construcción de 50 viviendas de renta limitada: nuestras casas baratas del Barrio. Era una extensión de 3.280 m2, que lindaba a la derecha con la calle del Padre Francisco Moreno, y a la izquierda con la calle 20 de Noviembre, hallándose este terreno atravesado por la calle de Pío XII. 
En este año de 1963, los doce Concejales, que le permitía a Cehegín la Ley de Régimen Local, estaban distribuidos en tres grupos: representantes por cabeza de familia –Juan Ruiz Alix, Alfonso Peñalver Jiménez, Rosendo de Zafra Rodríguez y Fernando Gil Tudela-; representantes sindicales –Antonio Zarco Egea, Juan Sánchez Guirao,  Alfonso Carrasco Piqueras y Ramón García-Ripoll González; y, como representantes de Entidades, estaban Fernando Artero Martínez-Oliva, Francisco Lorencio Fernández, Andrés Garrido Ruiz y Antonio Corbalán Fernández.
Sería en el verano de este año, 1963, cuando la Banda Municipal quedaría disuelta. Se la llamaba “Agrupación de la Banda Municipal de Cehegín”. Dejó de actuar a mediados de septiembre, tras haber interpretado siete grandes conciertos con motivo de las Fiestas Patronales. Eso suponía, naturalmente, no ser necesario el cargo de Director de la Banda, pasando a excedente forzoso, según el Reglamento de Funcionarios. Dicho Director era Don Pedro Gil Lerín, músico de renombrada valía que, según consta en la Revista de Fiestas de ese año, había compuesto para nuestro pueblo una serie de pasodobles, marchas, himnos y obras religiosas de gran interés, y que deberían recuperarse.
La Revista o Libro de Fiestas tenía las tapas en rojo con títulos en oro, y una foto tomada desde el hueco de la campana gorda de la torre de Santa María Magdalena.  Se nota la positiva influencia de Fernando Gil Tudela, que era el presidente de la Comisión de Festejos. Su pluma poética exalta a su pueblo, a la Virgen de las Maravillas, al II Certamen de Exaltación Poética y a la figura de Ramón García-Ripoll, fallecido. Hay una dedicatoria bajo la foto del Jefe del Estado, que reza así: “Señor y Capitán, Cehegín os saluda en esta hora luminosa de sus Fiestas en honor de la Santísima Virgen de las Maravillas de cuya Hermandad sois Presidente Honorario. Y os reitera su afán de servicio a vuestras órdenes, pidiendo a Dios os conceda muchos años de vida”. Doce más, exactamente. Hay, además, un artículo sobre Instituciones Cehegineras. Y una merecida glosa del mantenedor del Certamen, Francisco Montero Galvache, gaditano hijo de cartagenera, licenciado en Filosofía y Letras, que había obtenido galardones y premios por doquier en su quehacer literario. Había venido a Cehegín para exaltar la belleza de Maruja González-Conde Guirao, Reina de las Fiestas, y la joven hermosura de sus damas Pilar Guirao Laredo, Maravillas de Zafra Artero, Juana Giménez Puerta (mujer de mi ex tesorero Rufino), Antonia López García, Isabel Romera Moya, Dolores López López, Maravillas de Gea Ruiz, Maravillas Moya Fernández, Bernabea de Maya Giménez y Mari Rodríguez Marull. 
El Novenario a la Virgen lo predicó en el Convento el franciscano P. Pedro Lozano, un jumillano que estaba de Guardián en el convento  de  Almería y que era director nacional de las Cofradías de la Purísima. El triduo, en cambio, en Santa María Magdalena, lo predicó el también franciscano Francisco Nicolás Mateos. En todo ello intervino la Escolanía Seráfica. La fiesta taurina fue una gran novillada picada, con rejoneo de Manuel Vidrié y los valientes novilleros Juanito Muñoz, Rafael Cantó y Víctor Ruiz “el Satélite”. Hubo otra novillada el día último de las Fiestas, pero no he podido enterarme del cartel.
Lógicamente, la Revista de Fiestas era subvencionada por los anuncios empresariales y comerciales. Ya un joven Paco Alfonso se anunciaba como “Hijo de Fernando Gil Tudela”.  Y el padre de nuestro actual Alcalde, Juan Soria López,  se anunciaba como fabricante de hielo y espumosos y como representante de famosas máquinas de escribir, como la Hispano Olivetti, o de coser y bordar, como la Wertheim. Es una gozada repasar todos aquellos anuncios, casi todos modestos. Muy pocos podían permitirse el lujo de anunciarse a toda página, que soportaban el peso económico de la Revista.  
Otras firmas poéticas acompañaron a la de Gil Tudela en esta bella Revista: la de Enrique Rius Zunón, la de Ricardo de Val, la de Salvador Sandoval López, y la del presbítero Juan Hernández Fernández. Hay constancia de que vino al Aula “Román Bono Marín” el eminente pianista Leopoldo Querol, que ofreció un recital extraordinario. Y nos informa de la jubilación del médico Don Ginés de Paco y de Gea, a los 70 años, que había servido a nuestro pueblo no sólo como médico, sino como alcalde, presidente de la Hermandad de la Virgen, jefe local de sanidad, presidente de la Caja de Ahorros, consejero local del Movimiento, etc… Y hay una nota en recuadro, que considero deliciosa, escrita por el Obispo Caparrós, desde Lourdes, el 19 de agosto de 1890, y dirigida al prócer ceheginero Don Alfonso Álvarez-Castellanos. Dice así: “¡Qué hermosa estará mi bellísima Patrona, la Virgen de las Maravillas! Cuando la sacan en procesión los cehegineros, lleva la alegría a todas partes y derrama torrentes de ternura en todos los corazones”.
Así es que yo, animado por tantos gentiles poetas y escritores tantos de nuestro pueblo, concluyo esta crónica de hace medio siglo con este humilde y fervoroso Soneto, escrito en Madrid en 1992:

MADRE MARAVILLOSA

Del jardín del Edén brotó una rosa 
que el pecado de Adán no marchitara. 
La tienen en Cehegín. Al ver su cara, 
no hallarás emoción más deliciosa. 

Del oasis del Cielo, presurosa, 
la palmera su fruto nos mostrara. 
La tienen en Cehegín. ¿Es cosa rara 
no se halle doncella más hermosa? 

La gente de Cehegín está dichosa 
de tener una Madre tan preclara 
que, por Ella, se trueca vanidosa. 

Mas de esa vanidad bien que pecara, 
al decirte “Mujer Maravillosa”, 
si tu nombre en el suyo no llevara.

Alfonso Gil González

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