Desde mi celda doméstica
Buscando...
martes, 21 de junio de 2016

ESCATOLOGÍA CRISTIANA... 7

Esperanza o Perdición

Hablamos, una vez más, con el escatólogo católico, Andrés Tornos Cubillo. El tema resulta apasionante tras escucharle que en el Nuevo Testamento no se asegura a nadie que todo al final rodará bien, haga lo que haga, sino que conjura a los creyentes para que tomen sobre sí las responsabilidades de sus vidas en seguimiento de Jesús, que es escoger el futuro de Dios e identificarse con ese futuro; fuera de tal camino, dice, no habría esperanza firme y todo otro empeño último habría de considerarse vano.
- La cosa es seria.
- La dificultad teológica de admitir que una vida humana pueda terminar careciendo en absoluto de sentido surge en el cruce del antiguo pensar cristiano sobre el hombre con la lógica del humanismo moderno. No se trata de cómo puede un Dios aceptable crear a alguien para que se hunda eternamente en la perdición. Es posición adquirida de los teólogos el entender que Dios, lejos de haber creado a alguien para la perdición, habría creado a todos y a cada uno de los hombres para la plenitud. Sería la opción libre por el mal, imputable al hombre libre y no a Dios, lo único que podría dar origen al infierno y al sufrir. La enseñanza de la Iglesia, incluso en los tiempos de mayor puritanismo y legalismo condenatorio, ha mantenido los principios básicos de que la misericordia divina es insondable, de que nadie puede saber si él u otro es digno de condenación, y de que en todo caso nadie puede anticipar los juicios de Dios.
- ¿Cuál fue la postura de las primeras comunidades al respecto?
- No es posible dudar de que los primeros cristianos vivieron su acoger al Dios y Padre de Jesús como un inmenso don del mismo Jesús como salvación única. Entre el caminar bendito y el caminar maldito media, como un corte decisivo, el interponerse de Jesús. El esquema salvación/perdición era para ellos un desafío de su momento histórico y un riesgo en sus propias comunidades.
- Buen campo para la teología.
- Ya en el siglo III Orígenes interpretó los pronunciamientos neotestamentarios de perdición como amenazas pedagógicas que Jesús habría hecho, sabiendo que nunca iban a ser cumplidas. Al no proponernos las escrituras ni la fe de la Iglesia un solo caso de condenación, debemos asumir consecuentemente la fe en la bondad y en la gracia victoriosa de Dios y confiar en que ninguno puede llegar a condenarse. De hecho, Dios no actúa juzgando al hombre desde fuera, o castigándole, sino que lo ha creado de forma que llegue a ser lo que su propia libertas escoge. Puede hacerse el mal y eso es un mal aunque nadie lo castigue. También se puede hacer el bien, y eso es un bien aunque no tuviera premio. Pero una libertad que acoge a Cristo se ve además asumida hacia Dios, no por sus méritos ni por las estructuras del mundo y del hombre, sino por gracia de Dios.
- Terminaba el jesuita escatólogo recordándonos que la presencia de la interpelación de Jesús en nuestra vida se nos descubre como llamada a una inmensa gracia y amistad de Dios, una increíble llamada a nuestra libertad, sin cuya aceptación no es en absoluto pensable que tengamos acceso a lo que se nos ofrece.. El poder no aceptar: he ahí el riesgo. El poder confiar: he ahí la esperanza. 

Alfonso Gil González

Compartir en :
 
Back to top!