Desde mi celda doméstica
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jueves, 30 de junio de 2016

ESPIRITUALIDAD... 7

Las cartas de san Antonio Abad

Son cartas dirigidas a un tal Teodoro para que, a su vez, las lea a los demás "a fin de que se alegren" en el Señor. De las cinco cartas, aquí os pongo un sustancioso resumen, para que no sólo os alegréis, sino que avancéis en el camino de la perfección humana y cristiana.
Carta Primera
Hay tres clases de personas entre aquellas a quienes llama el amor de Dios: Algunos son llamados por la ley del amor depositada en su naturaleza; otros oyen la Ley escrita y las promesas reservadas a quienes dan fruto en el temor de Dios; y otros, aún cuando están todavia con el corazón duro, Dios trae sobre ellos algunas pruebas para corregirlos y vuelvan a Él.
Yo señalaría tres clases de mociones violentas: La primera reside en el cuerpo; la segunda, cuando el hombre come y bebe en exceso sigue una efervescencia de la sangre que fomenta glotonería; y la tercera proviene de los espíritus malos que nos tientan por envidia y buscan manchar a quienes se comprometen. Quien permanece en la rectitud, persevera en el testimonio que el Espíritu da en lo más íntimo de su corazón y permanece vigilante y se purifica de esta triple enfermedad en su cuerpo y en su alma. Si alguien se entrega a Dios de todo corazón, Dios tiene piedad de él y le concede el Espíritu de conversión.
Carta Segunda
Sabemos que Dios no ha visitado a sus criaturas sólo una vez. Dios nos ha visitado por la Ley de la Alianza; vino la asamblea de los Profetas suscitados por el Espíritu de Dios; y Dios, desbordante de amor, vino a nosotros en Jesús nuestro Salvador.
Carta Tercera
Si cada uno no llega a odiar cuanto pertenece al orden de los bienes terrestres y a renunciar a ello de todo corazón, lo mismo que a cuantas actividades dependen de ellos, si después no llega a elevar las manos de su corazón al cielo, hacia el Padre de todos, no hay salvación para él.
Carta Cuarta
Estad bien convencidos de que vuestro comienzo y adelantamiento en la obra de Dios no son tarea humana sino intervención del poder divino que no cesa de asistiros. El estado de negligencia, de caída, de exclusión de la santidad, no sólo causa nuestra perdición, sino también el sufrimiento de los ángeles y santos de Cristo. Quiero que sepáis que, desde que Él vino en ayuda nuestra, quienes se excluyen de la vida santa para seguir malos instintos son contados entre los hijos del diablo. El orgullo está en el origen de todo desorden.
Carta Quinta
Es Él la vida de toda inteligencia espiritual entre las criaturas hechas a imagen de la imagen que es Él mismo. Preguntaos qué podríamos devolver al Señor por todas sus gracias.

Alfonso Gil González 
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