El ayuno auténtico
Seguimos escuchando al Señor, que nos dice que, cuando ayunemos, no nos pongamos tristes como los hipócritas, que maceran su rostro para que parezca que ayunan; pues ya habríamos conseguido nuestra paga. Pero tú -dirigiéndose a cada uno de los que le escuchan-, cuando ayunes, lava tu cara y perfuma tu cabeza, para que los demás no piensen que ayunas, sino sólo tu Padre que ve en lo escondido. Y tu Padre, que ve en lo escondido, te plenificará.