La hemorroísa
Los tres sinópticos están están de acuerdo en que el milagro de la hemorroísa sucede mientras Jesús iba de camino a resucitar a la hija de Jairo; hecho éste del que hablaremos en el siguiente capítulo.
Una mujer, que padecía flujo de sangre desde doce años antes, se acercó por detrás a Jesús y tocó el borde de su vestido, pues decía para sí que, si tocaba tan sólo su vestido, quedaría curada.
Jesús se volvió y, al verla, le dijo que confiara, que su fe la curaría. Y en ese mismo momento la mujer se sanó.
A este pasaje de Mateo añade Marcos que la mujer había acudido a muchos médicos, gastándose todos sus bienes, pero ellos no sólo no la curaron, sino que había empeorado considerablemente. Es, entonces, cuando oye que viene Jesús, camino de la casa de Jairo. Nada más tocar la franja de su vestido, se cortó el flujo de sangre. Conociendo Jesús que un poder había salido de sí mismo, se volvió hacia la gente preguntando quién había tocado sus ropas. Sus discípulos se extrañaron de la pregunta, y le hicieron ver que la gente misma le apretujaba; de modo que no podía saberse quién le había tocado. Entretanto, la mujer, temerosa, sabiendo lo que le había sucedido, vino a postrarse ante Jesús y le confesó la verdad. Y Jesús la despidió diciendo que era su fe quien la había salvado y que marchara tranquila.
Lucas, en su evangelio, nos concreta que la gente negó a Jesús haberle tocado, y que fue Pedro quien se atrevió a decirle que cómo pregunta quién le ha tocado. Pero la mujer se manifestó ante todos y se arrojó a los pies de Cristo, y le dijo cómo y por qué había sido curada.
Alfonso Gil
Alfonso Gil