Desde mi celda doméstica
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domingo, 3 de mayo de 2015

EL AÑO QUE SE VA


El año que se va…


El año que se va tan raudamente; 
la vida que, tan leve, se nos vuela; 
los recuerdos aquellos de la escuela 
y otros de memoria más reciente.

He ahí un cuarteto endecasílabo que resume el sentimiento que a un servidor le embarga en las postrimerías del último mes de 2007.
Si echamos la vista atrás, qué de acontecimientos, qué de sin vivires, qué de esperanzas y de sueños, qué de lágrimas y risas. Todo queda allá, sin vuelta posible.
Se me ocurre pensar que un nuevo año es como volver a nacer. Nuestros mayores decían año nuevo, vida nueva. Y tenían razón. Todo lamento sobre el pasado no deja de ser inútil queja.
Pensemos que volvemos a nacer, que el uno de enero es el primero de nuestra vida. En realidad es así, aunque no lo pensemos. Pero es bueno este despertarse a lo por vivir.
¿Qué te gustaría hacer de tu incipiente vida? Deja atrás lo que atrás quedó. Mira hacia delante. Acabas de nacer. Eres inocente, tienes mente y corazón que te han sido dados para la felicidad. No digas si yo volviera a nacer. Simplemente, empieza tu andadura por la vida que te ha sido dada como el mejor de los regalos. Y camina.
Claro que, si eres pesimista, puedes pensar, y no te faltaría sabiduría, que cada día puede ser el último. ¿Cómo te gustaría que acabara la jornada de tu vida? Te voy a confesar algo.
Cuando llega la noche y me voy a descansar, siempre pienso que podría no levantarme, y me acuerdo de una frase que me decía mi santa madre: No hay cosa que más despierte que dormir sobre la muerte. Seguidamente, me abandono en brazos de Aquel a quien la vida debo, y duermo como un lirón.
Te deseo, amig@ lector@, un FELIZ AÑO 2008, y estoy convencido de que así será, si no olvidas lo que acabas de leer.

Alfonso Gil González

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