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domingo, 3 de mayo de 2015

EL FESTIVAL DE LOS VERDES


El festival de los Verdes


   La Cofradía de la Pasión de Cristo nos tiene acostumbrados a sus festivales. Si cada cofradía hiciera otro tanto, Cehegín, además de ser la ciudad de las maravillas, lo sería de los festivales. Ello supondría un incremento en las arcas de su Semana Santa, tan necesitada en tantos aspectos; pero, también, ello redundaría en aumentar las expresiones culturales de este vetusto y sabio pueblo.
   En el último festival, del pasado 17, la Hermandad de Francisco Ciudad tuvo el acierto de presentar al numerosísimo público la actuación conjunta del pianista Antonio González y del tenor Juan Ibernón. Tres piezas fueron suficientes para elevar el festival a la máxima categoría. ¡Qué delicadeza en el teclado y qué dulzura en la voz! Formidables.
   Pero el festival tuvo, además, la intervención de un joven guitarrista. Con tan sólo 13 años, Alejandro Hurtado dio un recital de tal categoría, que dejó boquiabierto al respetable, llevándose la más calurosa de las ovaciones, cual si se tratara, válgame el símil, de una de esas faenas taurinas que se hacen irrepetibles en la historia.
   Y hubo más. Hubo canción española, y canciones modernas, y baile por sevillanas, y pequeños números de comicidad popular, y chistes. Aunque, a decir verdad, esto de los chistes no me resultó gracioso, pues se cae en tópicos de no buen gusto. 
   Todo el festival quedó encerrado dentro de un paréntesis de exquisita elegancia femenina. Antonia Gabarrrón y una decena de mujeres, unas veces de Sevilla y otras de Valencia, lo dejaron  tan bellamente enmarcado, que lograron impresionar nuestras retinas con suficiente fuerza, como para soportar la cotidianidad de las jornadas que falten hasta el próximo festival.

Alfonso Gil González

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