Desde mi celda doméstica
Buscando...
jueves, 7 de mayo de 2015

LA BODA DE MI AMIGO


La boda de mi amigo


   Hace ya treinta años que mi mejor amigo contrajo matrimonio con una señorita madrileña. Él me dice que 30 años no son nada. Pero yo no estoy de acuerdo. Hoy, estar casados tanto tiempo es una proeza, si se tiene en cuenta que hasta el Gobierno facilita con sus leyes el divorcio, y que éste es cada día más frecuente, porque las parejas de ahora no se soportan como las de antes.
   Claro que mi amigo no era un novio cualquiera y, por lo visto, tampoco es un esposo de los muy normales. El mismo día de su boda, en plena misa concelebrada, dejó constancia pública de que él no se casaba, y naturalmente su novia tampoco, por abandono de su vida anterior, ni por estar aburrido o cansado, sino que daba gracias a Dios de que su vocación, como la de san Pedro, llevara anejas a la mujer y a la suegra.
   Ahora se cumplen treinta años de aquello. Toda una vida de duro bregar: fidelidad a Dios, fidelidad a su matrimonio, entrega a sus hijos, aceptación de los mil y un problemas de todo tipo… Todo ello hace de mis amigos unos raros ejemplares, y, lógicamente, les envío desde aquí mi más sincera felicitación.
   Moraleja. Si, algún día, los curas o las monjas llegan a poder casarse, en parte se deberá a personas como mis amigos, que han sabido abrir caminos de evangelio en una sociedad cada vez más increyente. 


Alfonso Gil González

Compartir en :
 
Back to top!