El Obispo de Begastri
Tras mil trescientos años, los descendientes de aquellos fieles católicos begastrenses han recibido la visita del prelado que, hoy, ostenta la titularidad de aquella diócesis, extinta por los avatares que la historia de vez en cuando genera, ignorante de que la Iglesia posee una memoria indeleble. Así, en los pasados días 13 y 14 del presente, Don Juan Antonio Martínez Camino, obispo auxiliar, que lo es, del arzobispado madrileño, y actual secretario-portavoz de la Conferencia Episcopal Española, vino a conocer la Sede de la que es su titular padre y pastor.
La acogida en el Ayuntamiento ceheginero, las visitas al Hospital de la Real Piedad, al Museo Arqueológico, al Santuario de la Virgen de las Maravillas, al asentamiento de Begastri; la inauguración de una sede cofradiera –la de la Pasión de Cristo-, las solemnes celebraciones eucarísticas en la Plaza del Castillo y en la Iglesia Mayor de Santa María Magdalena han sido jalones de un itinerario por esta su ciudad, que lo ha acogido y aceptado, y que lo ha acompañado multitudinaria y fervorosamente a través de sus calles, plazas y templos, como si trece siglos fueran tan sólo, en palabras bíblicas, un ayer que pasó.
Cehegín, cuyo pasado no tiene parangón en la región murciana, se levantó del descanso festero con la feliz sensación de haber rellenado su vacío histórico, de haber cicatrizado la herida de un tiempo, cuyo estigma luce orgulloso ante el asombro hispano. Pues no es ninguna broma la importancia de esta Iglesia en la España premedieval, cuando su campo apostólico ocupaba, al menos, la mitad de su territorio.
Alfonso Gil González
