Desde mi celda doméstica
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lunes, 4 de mayo de 2015

REGRESO DE LA VIRGEN


El regreso de la Virgen


   Tras meses de compartir protagonismo con Salzillo, en la exposición de las obras que el murciano ha dado a propios y extraños, la excelsa patrona ceheginera ha regresado a su camarín franciscano. Millares de ojos, conforme se entraba a la Iglesia de Jesús, a la derecha, quedaban ensimismados con su belleza, y otros tantos miles de corazones, al tiempo que cautivos, envidiaban a Cehegín, poseedor de la más extraordinaria imagen con advocación mariana.
   El pasado 4 de agosto, el devoto pueblo, con su alcalde a la cabeza, rendía honor de pleitesía a la Virgen maravillosa. El coro conventual amenizaba la eucaristía de bienvenida. El padre provincial franciscano la presidía. En la homilía resaltaba las actitudes varias con que el creyente se enfrenta al mensaje cristiano. La multitud de los fieles anticipaba el amén de su presencia. Ir a ver a la Virgen ya es un sí creo, porque antes lo es un sí quiero. Y es que no puede haber fe donde no hay amor.
   Todo era concorde ese sábado a las 8 de la tarde. Las damas y caballeros con la efigie maravillense al cuello colgada. La representación municipal. Me llamó la atención la perfecta genunflexión de uno de sus ediles. El calor de la tarde quedaba amortiguado por el surgido del fervor filial a los pies de la Madre común. Las lecturas proclamadas, los cantos que del coro fluían. Todo era digno. Previo al “podéis ir en paz”, el Presidente de la Hermandad de la Virgen agradecía a todos su asistencia.
   Las cosas dignas no tienen por qué ser suntuosas. Y en el templo franciscano había dignidad y humildad. Desde su camarín, la Virgen de las Maravillas volvía a sonreír a sus hijos, mientras su Niño esbozaba en el aire una bendición, que ha quedado eterna, para que de ella se beneficien cuantos se tornan cehegineros con sólo mirarles.

Alfonso Gil González

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