Desde mi celda doméstica
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lunes, 14 de septiembre de 2015

FLORECILLAS ALFONSINAS (Capítulo Octogésimo)

Capítulo LXXX


Música y luces

Septiembre de 2002 lo iniciaba despidiendo al párroco de San Antonio, Julio Romero, que iría destinado a Librilla. Después, preparó a un matrimonio hindú para la recepción del Bautismo y asistió al consejo pastoral de la Parroquia, que programaría las celebraciones de las fiestas patronales y haría propuestas para el próximo curso. El novenario a la Virgen, en el convento, lo predicó su compañero de carrera, José Martínez Cano.
La boda de la hija de un compañero cofrade, José Sáez, le llevaría, primero, a cantar con el coro y, luego, a asistir como invitado al banquete celebrado en el restaurante “Pedro Marín” de Caravaca de la Cruz.
El 8 de septiembre, asistía en la Casa de la Cultura a la representación de la zarzuela Bohemios, en interpretación de Ana Fernández, que era solista del Coro Ciudad de Cehegín. Al día siguiente, y tras ver preocupado a uno de sus hijos, escribe: El padre Alfonso necesita más luz para el mañana.
El 11, con motivo de la tormenta desencadenada sobre Cehegín, esa tarde, el Coro se vio en la necesidad de aplazar el Concierto, que daría más tarde con la Sociedad Musical. Dado en las antiguas piscinas municipales, acudió numerosísimo público para escuchar fragmentos de Doña Francisquita, la Verbena de la Paloma, Luisa Fernanda, Los Gavilanes, Alma de Dios, Los Cuentos de Hoffmann, Gigantes y Cabezudos Carmina Burana, La Traviata, Carmen y Aída. Porque también hubo parte dedicada a la ópera. Este mismo concierto lo repetirían en el Cine Avenida, del pueblo de Bullas, al mes siguiente, con motivo de sus fiestas patronales.
El 14, erre que erre, mi padre vuelve a escribir: Soy consciente de haber concluido una misión, iniciada hace 25 años. Ahora, Señor, estoy dispuesto nuevamente a lo que Tú quieras. Pero, de momento, lo que el Señor le pedía es que fuera a Lorca, al día siguiente, con el Coro, para cantar en la iglesia de San Francisco la Misa del V Aniversario de la coronación de la Virgen de los Dolores, del Paso Azul.
El 22, recibe la visita de Andrés el Quinto y su esposa Elena, que querían que papá se comprometiera a entrar en la Junta Directiva de Betania, un centro para la rehabilitación de toxicómanos. A los pocos días, se presentó a hablar con dicha Junta. Él asumiría la presidencia de dicha institución y, muy pronto, se inauguraría la nueva sede, con presencia de las autoridades regionales y locales, y bendecida por el señor obispo de la diócesis, Mons. Ureña Pastor.
El 29, invitado por la Agrupación de Cofradías de Caravaca de la Cruz, fue a la Misa en la que tomó posesión el nuevo párroco del Salvador, Ramón García Gómez. Hombre abierto y artista, fueron, desde entonces muy buenos amigos. Al siguiente día, en el salón nuevo de la Parroquia de San Antonio de Padua, en Cehegín, se reuniría con los miembros de Manos Unidas y personal de la Banda de Música, para preparar la edición de un CD en beneficio de la ONG de la Iglesia.
Iniciaba octubre de 2002, dando clases de solfeo y canto a los niños de la Escuela de la Música. Había venido, además, la coral de San Sebastián de los Reyes (Madrid). Tras el concierto conjunto con el “Ciudad de Cehegín”, en la Casa de la Cultura, fueron a cenar al restaurante del Molino Chico. 
El 19, asiste, en la Casa de la Cultura de Cehegín, a un recital poético sobre el amor en la literatura española, dado e interpretado por los actores Pedro Civera y Maria Luisa Merlo. Ésta le firmaría el programa de su genial actuación. Mientras, se produjo un accidente de coche en la puerta del centro comercial La Ilusión, con resultado mortal para Ginés, padre y jefe de esa empresa.
El 26, con una representación de la Semana Santa de Cehegín y Caravaca, viaja hasta Madrid para visitar la Exposición Ekumene, al Encuentro de Cofradías de toda España y al Concierto de Marchas Pasionarias que dio la Banda de Música del Regimiento Inmemorial del Rey, bajo la batuta del teniente coronel Abel Moreno, a quien saludó.
Como su hijo Israel entraría a trabajar en la nueva factoría de “Mármoles San Marino”, hasta que le saliera un trabajo apropiado a su carrera de protésico dental, mi padre le llevaría en coche, cada día, a la citada fábrica, sita entre Cehegín y Calasparra, a 9 kilómetros de casa. Cuatro viajes de ida y vuelta haría diariamente.
Octubre de 2002 se cerraría con la primera charla que daría para un plan de formación de la Junta Central de Cofradías, y con el aliento del párroco Hernández Chumillas para que le ayude más intensamente en las tareas parroquiales




Bodas de Plata

El 9 de noviembre de 2002, marcha a Murcia, al palacio episcopal, para asistir a la reunión de la Permanente del Secretariado de Hermandades y Cofradías, con vistas a preparar el Pleno y la Jornada Diocesana próximos.
El 16, marchó a Cartagena con su Coro. Estuvieron cantando una boda en la iglesia de Santo Domingo. Se casaron Ana y Javier. Dos días más tarde, iniciaba la preparación de un “seminario” para catequistas de confirmación y de adultos.
El 19, se acercaba a Calasparra, en cuya iglesia de La Merced habló con el párroco Fernando Gutiérrez Reche. Después, marchó a Caravaca de la Cruz para asistir, en la iglesia del Salvador, a la votación y nombramiento del nuevo Presidente de su Semana Santa, Adrián.
El 21, le visita el secretario general de la Sociedad Bíblica, acompañado de dos colaboradores de la misma, con el deseo de que el padre Alfonso trabajara el tema bíblico en el campo católico. Comieron con él en el Bar Sol de la calle Mayor, y regresaron a Alicante. Llamadas y nuevas visitas se sucederían a partir de ese día.
El 24, va con el Coro a cantar en el Monasterio de la Encarnación, de Mula, con motivo de la Profesión de una tal Sor Francisca, religiosa hellinera, que también tenía en Helllín –en las Clarisas- a una hermana suya y a una prima. Hacía unos treinta años que papá no iba por ese convento muleño. Concelebraron unos doce sacerdotes, casi todos franciscanos y conocidos suyos, que se alegraron de verle. Después, hubo merienda-cena, y el Coro deleitó a las monjas con diversos cantos.
Dos días más tarde, mis padres celebraban sus bodas de plata matrimoniales con una Eucaristía en la iglesia de la Concepción de Cehegín.
El 28, asistió, en la Universidad Católica de Murcia, a la inauguración del Congreso sobre Cristología. Allí se encontró con su amigo de La Salle madrileña, Eduardo Malvido, que se hospedaría en el convento franciscano de Santa Catalina del Monte. Y, ese mismo día, fue reelegido, para cuatro años más, como presidente de la Junta Central de Cofradías.
Por estos días últimos de 2002, mi padre tuvo problemas de salud, controlándose la tensión y sometiéndose a diversos electrocardiogramas. El trabajo iba en aumento y sus fuerzas se resentían. Durante todo diciembre tomaría nota de su tensión arterial, hasta que, por fin, el médico la dejó regularizada con tratamiento que ya mantendría de por vida. A este respecto, deja escrito: Algo debe andar mal, porque ya no tengo la tensión de mis veinte años. ¡Qué guasa!
Es en este mes de diciembre cuando visita con el Coro la pedanía caravaqueña de Singla, para cantar con motivo de la restauración de su Iglesia, en la ceremonia presidida por el obispo de la diócesis, con pequeño ágape posterior. El párroco era contrario a que el Coro cobrara su actuación. Pero la tesorera del mismo, Emilia de Béjar, se opuso claramente, y reclamó el pago correspondiente. El coro entra en una especie de crisis, aunque no dejando de dar su Concierto de Navidad. Pero papá escribe: Señor, a veces, las mentes sufren alguna alteración, y no se ven las cosas con la naturalidad debida.
A tal grado llegó la cosa, que su director, mi padre, tenía preparada una carta de dimisión, en la que decía que no había sabido cortar a tiempo ciertas irregularidades, de modo que, tras meditarlo detenidamente, y tras apartar de mi corazón todo atisbo de rencor u odio, que en realidad no sé lo que es, veo que lo más conveniente es una retirada a tiempo… Puedo elevar la voz, pero no puedo quebrantar la voluntad de nadie. Afortunadamente, la carta no la entregó, y en su archivo queda como testimonio de lo que pudo haber sido el futuro de un Coro que él llevaría, con los años, a lo más alto de sus posibilidades artísticas.
Y el 28, en la iglesia de la Asunción, de Moratalla, volvió a dar el Concierto de Navidad de 2002, emitiéndolo en directo la televisión local.
La tarde del 31, último día del año, la había dedicado a la escucha de música clásica, una de sus pasiones. Y empezó a sentir tal dolor de riñones, que le obligó a ir al ambulatorio de la Seguridad Social, interrumpiendo la Cena de Nochevieja en la que, como siempre, participaba la familia de mi cuñado Franco y la nuestra, en nuestra propia casa.
Pero papá terminará diciendo: ¡Gracias, Señor, por este año que concluye!

En alabanza de Cristo. Amén.

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