Desde mi celda doméstica
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domingo, 13 de septiembre de 2015

LÁMINA Y MENSAJE (115)

La Sagrada Familia


Desde una óptica cristiana, toda familia es sagrada, pues procede de Dios. La familia no es un invento humano, ni siquiera de la Iglesia. Es anterior a cualquier sociedad, asociación o clan.
Pero solemos aplicar el apelativo de “sagrada” a la familia compuesta por Jesús, José y María de Nazareth. La razón no es otra que la de descubrir que en ella el centro era Dios mismo. En tal sentido, es modélica y referente de toda otra familia humana.
En lenguaje eclesiástico, tras el Concilio Vaticano II, la familia cristiana es “iglesia doméstica”, donde se vive y se celebra la fe. Ámbito de la primera catequesis, de la primera educación cristiana; pero también de la praxis oracional y de la vida coherente con el Evangelio.
Célula primera de la sociedad humana, ésta debe caminar hacia la concreción de la familia global, donde no exista barrera alguna que obstruya o deteriore la convivencia fraterna. En realidad, la suma de “iglesias domésticas” forman la iglesia local y, en idéntica medida, se configuran la diocesana y la universal. 

Alfonso Gil González
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