RUBINSTEIN, con su Kammenn-Ostrow.
WAGNER, en ese preludio de de El ocaso de los dioses, infinitamente más bello que la película homónima.
RAVEL, en su Pavana para una Infanta difunta, que dan ganas de morirse, si esa va a ser la música que se oirá en ultratumba.
ROSSINI y su obertura de Semiramis.
BERLIOZ, en medio de su Carnaval Romano. Otra obertura que quita hipo.
GRIEG nos ofrece Melodías elegíacas y Marcha Homenaje.
BEETHOVEN, para no ser menos, su Marcha turca.
Y ahora agárrate a la silla, no vayas a caerte. Ahí tienes las Danzas eslavas de ANTON DVORAK. Son las n. 1, 5, 8 y 13.
Y no es necesario añadir más para que esta cinta sea una joya.
Alfonso Gil González
Alfonso Gil González
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