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lunes, 1 de agosto de 2016

GRANDES TEMAS PARA ENTENDER AL HOMBRE - 50


LOS GRACOS  

En la segunda mitad del siglo II China vivió una de sus épocas de mayor esplendor bajo el emperador Wudi. El nuevo monarca limitó el poder de la aristocracia local estableciendo un sistema de transmisión de bienes que obligaba a dividir las grandes propiedades a cada generación, lo que contentaba a los herederos al tiempo que impedía la formación de grandes terratenientes. Estableció que al lado de cada príncipe local hubiera un "consejero" imperial que hacía las funciones de censor y espía. Los letrados confucianos, perseguidos por Qin Shi Huang Di y despreciados por Liu Bang apoyaron al nuevo emperador, pues tuvieron facilidades para ocupar altos cargos. El funcionariado pasó a ser seleccionado por concursos que requerían una gran preparación. Así se formó una clase de altos funcionarios que se nutría de los letrados y que recibieron el nombre de mandarines. En esta época vivió el poeta Sima Xiangru, que cultivó un nuevo género literario llamado fu, una prosa rítmica extremadamente culta.
En el norte, los hunos fueron aquietados a costa de suministrarles cereales y seda. Incluso se les proporcionaban mujeres, que eran conducidas a la fuerza hasta los campamentos de los hunos. Esto tuvo como consecuencia que la cultura china se difundió más allá de sus fronteras. En realidad, los hunos llegaron a tener excedentes de seda que intercambiaban por otros productos con otros pueblos del oeste. Poco a poco, la seda se fue abriendo camino hacia occidente.
En occidente el Imperio Parto había sustituido al Imperio Seléucida, que ahora se reducía a Siria e influía más o menos en Canaán.

La expansión de Roma había alterado drásticamente su economía. Las familias poderosas se enriquecieron con las conquistas, obtuvieron tierras y esclavos que eran forzados a producir al máximo, mientras los amos permanecían en la capital, sin preocuparse de los métodos empleados por los capataces. Los pequeños agricultores no pudieron competir con estas explotaciones, y emigraron a la ciudad donde se convirtieron en proletarios, que en latín significa "criadores de hijos", pues los nobles veían a los ciudadanos más pobres como productores de hijos para las legiones. En el sistema electoral aparentemente democrático que funcionaba en Roma, el pueblo tenía un cierto poder. No el de cuidar de sus propios intereses, pero sí el de dirimir entre los intereses de distintas facciones de la clase dominante. Por ello los políticos buscaban la popularidad distribuyendo alimentos a bajo precio, incluso a veces gratis, o bien organizando juegos para la diversión del pueblo (competiciones, carreras de carros, luchas de gladiadores, combates con animales, etc.).
Otra novedad que había llegado a Roma hacía unos pocos años era el culto a Isis. Naturalmente, procedía de Egipto, pero ya hacía tiempo que los griegos le erigían altares. Tradicionalmente, los egipcios representaban a Isis con su hijo Horus, un dios con cabeza de halcón, pero en las escenas maternales el niño tenía cabeza humana, y los egipcios se referían a él como Harpechruti (Horus el niño). Fue esta imagen la que tuvo éxito fuera de Egipto. La iconografía representaba al niño con un dedo en los labios, en una actitud infantil, como si se chupara el dedo, pero los griegos lo interpretaron como una petición de silencio, y Horus se convirtió en Harpócrates, el dios del silencio. Isis era vista como la "hermosa reina de los cielos", y su dulce actitud maternal y protectora se ganó muchas simpatías primero en Grecia y luego en Roma.
En el exterior, Roma se había despreocupado de los reinos helenísticos, y concentraba sus esfuerzos en España, donde los principales focos de resistencia eran los lusitanos dirigidos por Viriato y la ciudad de Numancia. En 140 Serviliano seguía combatiendo a Viriato, pero se vio cercado y tuvo que aceptar sus condiciones. Viriato fue reconocido como rey y "amigo del pueblo romano". Se fijaron unos límites territoriales.
El rey seléucida Demetrio II invadió los dominios partos. Ganó varias batallas, pero en 139 cayó en una emboscada. Su ejército fue destruido y él fue hecho prisionero. Trifón se hizo con el gobierno de Siria. Mientras tanto fue elegido cónsul Quinto Servilio Cepión, quien logró que el Senado anulara el tratado de paz que su hermano Serviliano había firmado con Viriato. Pasó a España y, persiguiendo a Viriato, se arriesgó por zonas de la parte occidental de la península por donde nunca había penetrado un ejército romano. Sus soldados se insubordinaron y no pudo dar el golpe definitivo. Viriato vio que sus hombres estaban ya cansados de tantos años de lucha, así que envió tres emisarios a negociar la paz. Cepión los sobornó para que asesinaran a Viriato, así lo hicieron y, cuando regresaron a cobrar lo pactado, Cepión les pagó con una frase que ha pasado a la historia:"Roma no paga a traidores".
En 138 los cónsules Décimo Julio Bruto y Marco Pompilio Lenas se trasladan ambos a España. El primero persigue a los Lusitanos, dirigidos ahora por Tántamo, que cruzan el Miño y así se zafan de los romanos, que no se atrevieron a cruzarlo pensando que tras él estaba el Finis Terrae (el fin de la Tierra). Desde allí corrieron a refugiarse en Numancia. Éste fue el objetivo de Lenas, que sitió nuevamente la ciudad con 8.000 hombres, pero los numantinos salieron y destrozaron el ejército invasor.
Ese mismo año murió el rey Atalo II de Pérgamo, y fue sucedido por su sobrino Atalo III (hijo de Eumenes II). Era aficionado a la botánica, sobre todo al estudio de las plantas venenosas. También murió el rey parto Mitrídates I, y fue sucedido por su hijo Fraates II. A su muerte el Imperio Parto dominaba la mayor parte de lo que había sido el Imperio Persa, desde Mesopotamia hacia el este, con la excepción de la parte sur de lo que había sido la propia Persia (cuya población se aferró a un mazdeísmo radical y nunca llegó a integrarse en el Imperio Parto) y el reino de Bactriana.
En 137 un hermano de Demetrio II derrotó a Trifón y se proclamó rey con el nombre de Antíoco VII. Cleopatra Tea, la esposa de Demetrio II, se enteró de que éste, en su cautiverio, se había casado con Rodoguna, la hija de Mitrídates I, así que despechada se casó con su cuñado Antíoco VII. Éste trató de someter Judea, y sus ejércitos se enfrentaron a las tropas judías, conducidas por los dos hijos de Simón: Juan Hircano y Judas. Éstos obtuvieron la victoria.
El cónsul Cayo Hostilio Manciano trató de sitiar Numancia con 20.000 hombres, pero la noticia de que los cántabros y los vacceos acudían en ayuda de los sitiados bastó para hacer huir a sus hombres. Manciano tuvo que conceder la autonomía total a los numantinos. El Senado, indignado por semejantes muestras de debilidad, ordenó que, tanto Manciano como Tiberio Graco, que había estado a sus órdenes como cuestor, fueran entregados al enemigo atados de pies y manos, pero el pueblo no consintió en que este castigo se aplicara a Graco. Desde entonces, Tiberio abandonó la carrera militar y se dedicó a la política.
Por esta época, la isla de Sicilia era el granero de Roma. Sus fértiles campos eran trabajados por un ejército de esclavos que abastecían a Italia de cereales. Sus condiciones de vida eran infrahumanas. Casi todos ellos habían sido hombres libres tiempo atrás, y su único delito había sido ofrecer resistencia a la dominación romana o meramente haber habitado un país conquistado. En 135 un esclavo de Sicilia de origen sirio llamado Euno afirmó ser descendiente de la familia real seléucida, se hizo llamar Antíoco y encabezó una revuelta. Probablemente nadie le creyó en cuanto a su ascendencia, pero vieron que tenía dotes de mando y le siguieron. Los esclavos se entregaron al saqueo y la matanza y pronto dominaron la isla. Naturalmente, Roma intervino al punto, y se inició así la Primera Guerra Servil ("servus" en latín es "esclavo").
En 134 el astrónomo Hiparco observó una estrella en la constelación de Escorpio de la que no pudo hallar constancia en ningún catálogo. Esto era algo importante, pues una creencia fundamental de la antigüedad era que los cielos eran inmutables. Sin embargo, no tenía la garantía de que en realidad se tratara de una estrella nueva, pues los datos disponibles eran muy imprecisos. Para evitar que otro astrónomo se viera en esa situación, Hiparco registró la posición exacta de más de mil estrellas, que además clasificó según su brillo en magnitudes. Así se elaboró el primer catálogo estelar riguroso. Comparando sus observaciones con datos más antiguos, Hiparco descubrió la precesión de los equinoccios, es decir, el movimiento circular del eje de la Tierra que hace que el punto del cielo al cual apunta el Polo Norte cambie lentamente con el tiempo.
En Judea, Simón fue invitado a un banquete por su yerno Ptolomeo. Acudió con su hijo Judas y, cuando hubieron bebido lo suficiente, Ptolomeo los mató, tal y como había pactado con Antíoco VII.  A cambio recibió el gobierno de Judea. Así murió el último de los Macabeos. Sin embargo, Juan Hircano, el otro hijo de Simón, se refugió en las montañas con un grupo de seguidores que se rebelaron contra Ptolomeo. Éste pidió ayuda a Antíoco VII.
Con veintinueve años Tiberio Graco, fue elegido tribuno, junto con su amigo Marco Octavio. Alarmado por el abandono de las campiñas de Etruria y opinando que la defensa de Roma sólo podía estar en manos de los propietarios de las tierras, se esforzó por formar una clase media y restablecer la pequeña propiedad. Para ello propuso una ley por la cual las enormes propiedades de los latifundistas debían ser repartidas entre pequeños propietarios. Una vez hecho el reparto, serían inalienables, para que los latifundios no pudieran ser reconstruidos. Además cada propietario debería contratar un cierto número de obreros libres. Los terratenientes, escandalizados, actuaron inmediatamente. Sobornaron a Octavio, que no tardó en descubrir que en realidad no era amigo de Tiberio y, cuando éste estaba a punto de que se aprobara su ley, con el apoyo de la mayoría de los romanos, Octavio pudo paralizar la votación, pues era necesario el acuerdo de los dos tribunos para que una ley pudiera ser votada. Tiberio trató de convencer a Octavio, pero fracasó. Luego logró destituirlo mediante una votación, tras lo cual logró que la reforma agraria fuera aprobada, pero los terratenientes denunciaron que la destitución de Octavio era ilegal (y tenían razón), y lo usaron como base para acusar a Tiberio de tratar de burlar la legalidad romana y derrocar el gobierno.
Estas acusaciones hicieron que Tiberio fuera perdiendo amigos. En 133 murió el rey Atalo III de Pérgamo y, como no tenía descendencia, optó por legar el país a Roma, confiando en que ésa era la forma en que sus ciudadanos estarían mejor protegidos. Pérgamo se convirtió así en la Provincia de Asia, pero Tiberio propuso que el tesoro real, en lugar de ir al Estado (o sea a los senadores) se distribuyera entre los propietarios de las tierras redistribuidas como ayuda para crear granjas. Esto enojó aún más a los senadores. Por otra parte, Eumenes II había tenido un hijo bastardo llamado Aristónico, que no tardó en ponerse al frente de los sectores de Pérgamo disconformes con la decisión de Atalo III y reclamó el trono.
Numancia seguía siendo la pesadilla de Roma. Según relatan sus propios historiadores, bastaba una falsa alarma, un grito fuerte o el rumor de que los numantinos estaban fuera de las murallas, para que los legionarios fueran presas del pánico. El Senado decidió enviar la mayor expedición jamás enviada: 60.000 hombres bajo el mando de Escipión el Joven y Cayo Sempronio Graco. El númida Micipsa aportó caballos y elefantes. Las tropas númidas estaban encabezadas por Yugurta, sobrino de Micipsa. Éste recelaba de su ambición, por lo que lo adoptó y lo nombró heredero junto a sus hijos, Adherbal y Hiempsal.
En dos meses, la muralla de Numancia fue rodeada por otra muralla de 3 metros de altura, con torres con catapultas cada 50 metros. Pese al muro, cinco íberos lograron burlar el bloqueo y salieron por trigo hasta Lutia, a 15 kilómetros de Numancia. Cuando Escipión se enteró, envió una expedición a Lutia, donde cortó la mano a 400 jóvenes por haber ayudado a los numantinos.
A los ocho meses de asedio, Numancia fue tomada. Sus habitantes murieron de hambre y de peste. Los que quedaron se comieron los cadáveres y, cuando vieron que no tenían posibilidades, algunos optaron por entregarse, mientras que otros decidieron suicidarse. Los cabezas de familia mataron a los suyos, luego se mataron entre ellos, y los últimos se arrojaron al Duero desde lo alto de las murallas.
Mientras tanto Antíoco VII invadía Jerusalén en ayuda de Ptolomeo frente a Juan Hircano, pero lo que él necesitaba era dinero para poder reconstruir su imperio, y resultó que Juan Hircano le ofreció más que Ptolomeo, por lo que finalmente entregó Jerusalén a Juan Hircano y Ptolomeo tuvo que huir.
Por estas fechas el Imperio Chino envió una expedición militar a la estepa contra los hunos, a la que siguieron varias más.
En 132 Tiberio Graco estaba a punto de cesar como tribuno, y  era consciente de que su vida no valdría nada a partir de ese momento. (Mientras fuera tribuno era inviolable, y ningún senador podía emprender ninguna acción contra él.) Por ello trató de ser reelegido, pero, nuevamente, esto era ilegal, y se le acusó de intentar proclamarse rey, y esta palabra suscitaba siempre en el pueblo el recuerdo de las horribles historias sobre Tarquino el Soberbio. El día de la votación se produjeron desórdenes que terminaron en motines. Los enemigos de Tiberio estaban mejor organizados, y terminaron asesinándolo. Su cadáver fue arrojado al Tíber. El asesino de Tiberio era un primo de su madre, Cornelia, de la familia de los Escipiones. El Senado tuvo que enviarlo al extranjero para protegerlo, y tuvo que permanecer en el exilio de por vida.
Las disputas entre reformistas y conservadores no terminaron con la muerte de Tiberio Graco. Escipión y Cayo Graco volvieron a Roma y el primero se puso a la cabeza de los conservadores. En España había declarado públicamente que Tiberio mereció la muerte. Mientras tanto terminó la Primera Guerra Servil. Los esclavos de Sicilia fueron doblegados y el trato que recibieron de los coléricos romanos es fácil de imaginar.
Cleopatra, la exesposa de Ptolomeo VII, logró el apoyo de los muchos enemigos que éste tenía en Alejandría y expulsó al rey del poder, poniendo en el trono a su hijo Ptolomeo VIII.
Aristónico ocupó la ciudad costera de Leuce. Poco después fue derrotado por los romanos en una batalla naval, lo que le obligó a retirarse hacia el interior, donde obtuvo el apoyo de gran cantidad de desheredados y esclavos (a los que liberó), así como de buena parte de la población libre, debido al carácter antirromano de su movimiento. Además, contó con la adhesión de personajes como el filósofo estoico Blosio de Cumas, amigo de Tiberio Graco.
Mientras tanto, el derrocado Ptolomeo VII logró secuestrar a su hijo Ptolomeo VIII, lo hizo asesinar, lo descuartizó y envió los pedazos a Cleopatra.
En 131 Aristónico logró derrotar a un ejército enviado por Roma, pero al año siguiente, en 130 fue finalmente derrotado, capturado y llevado a Roma.
Antíoco VII había logrado reunir un ejército adecuado para tratar de obtener algún botín en el Imperio Parto. Logró conquistar Mesopotamia, los partos se retiraron a Media, Antíoco VII los siguió y en 129 fue derrotado y muerto por el rey Fraates II, que a continuación liberó a Demetrio II. Esperaba que habiendo sido prisionero de los partos no se atrevería a volver a atacarlos, y así fue. Demetrio II no intentó salir de Siria, e incluso dejó en paz a Juan Hircano en Judea. Demetrio II regresó del cautiverio con su esposa Rodoguna, pero Cleopatra Tea la hizo asesinar.
Los partos fundaron la ciudad de Ctesifonte, que pasó a ser la nueva capital del Imperio. Estaba situada al lado oriental del Tigris, cerca de Seleucia. Las dos ciudades progresaron a la par. Ctesifonte fue la capital irania del Imperio y Seleucia la capital griega.
En el Senado romano se produjo una sesión tumultuosa en relación con los proyectos reformistas iniciados por Tiberio Graco. Al día siguiente se esperaba una intervención de Escipión el Joven que podría ser decisiva, pero fue encontrado muerto en el lecho. Los conservadores acusaron a los reformistas de haberlo envenenado, pero no se pudo probar nada. Este mismo año Aristónico fue ejecutado en Roma, mientras el cónsul Manio Aquilio terminaba con toda resistencia en la provincia de Asia. Llamó en su ayuda al rey Mitrídates V del Ponto, y en recompensa Roma le cedió Frigia. Con el apoyo romano, el Ponto no tardó en anexionarse Capadocia y Paflagonia (una región fronteriza con Bitinia).
Más al sur, Juan Hircano invadió Samaria. En el monte Gerizim estaba el templo sagrado de los samaritanos y Juan Hircano lo destruyó. Si los seléucidas habían pecado de intolerancia religiosa, no hemos de olvidar que fueron los judíos los que la inventaron en su día, y ahora no podían quedar en segundo lugar.
Por esta época Ptolomeo VII logró recuperar Egipto, y Cleopatra tuvo que volver a la corte seléucida.
Al noroeste de China, más allá de sus fronteras, vivían unas tribus bárbaras conocidas como los Yue Che. Por esta época fueron presionados por los hunos y emigraron hacia el Oeste. Así se encontraron con el reino helenístico de Bactriana. Los griegos llamaron Tokarios a los Yue Che. Bactriana era más débil que el Imperio Chino, así que los Tokarios encontraron más conveniente hostigar a los bactrianos. El emperador Wudi envió a uno de sus oficiales, Chan Chien para que siguiera a los Yue Che y sellara con ellos una alianza contra los hunos. Así, por primera vez, un destacamento chino tuvo noticia de la existencia de la civilización occidental.
En 128 murió Nicomedes II de Bitinia, y fue sucedido por su hijo Nicomedes III. En 127 murió Fraates II y el trono parto fue ocupado por Artabán II, quien tuvo que enfrentarse a los Tokarios, cuyas incursiones eran cada vez más dañinas.
En 126 el oficial chino Chan Chien regresó a su país e informó al emperador de la existencia de la civilización occidental. A partir de entonces se multiplicaron las expediciones a occidente, principalmente de carácter comercial. Se fue formando la llamada Ruta de la Seda, debido a que la seda era el principal producto exportado por China. La principal importación fueron los caballos. El control de las distintas etapas de la ruta de la seda iba a ser de capital importancia tanto para Oriente como para Occidente en los siglos venideros.
En 126 un pretendiente al trono seléucida que decía ser hijo de Alejandro Balas derrotó a Demetrio II cerca de Damasco y se proclamó rey, con el nombre de Alejandro II. Cleopatra Tea, la mujer de Demetrio II, vio peligrar su intención de que sus hijos heredaran el trono, así que en 125 hizo asesinar a su marido, tras lo cual uno de sus hijos se declaró rey sin su consentimiento, con el nombre de Seleuco V, pero Cleopatra Tea hizo que su segundo hijo lo matara, y ocupó el trono como Antíoco VIII. Tuvo que luchar contra el otro rey, Alejandro II.
Mientras tanto, el rey de Judea Juan Hircano conquistaba Idumea. Los judíos obligaron a los idumeos a circuncidarse y aceptar el judaísmo usando los mismos medios con los que los seléucidas habían tratado de prohibirlo. También lo habían intentado en Samaria, pero con menos éxito. Al fin y al cabo, los samaritanos eran judíos primitivos, pero igualmente aferrados a sus creencias.
En Roma se aprobó una ley por la que un tribuno podía ser reelegido, lo que podría ser útil si volvía a elegirse a un tribuno reformista, para evitar que corriera la misma suerte que corrió Tiberio Graco. Mientras vivió Escipión, fue imposible aprobar una ley semejante. Paulatinamente, los reformistas fueron ganando terreno en la política romana. Entre ellos destacaban Cayo Graco y, más aún, Marco Fulvio Flaco, que fue elegido cónsul, pero el Senado encontró una forma de desembarazarse de Flaco, al menos temporalmente. La ciudad griega de Massilia (Marsella) pidió ayuda a Roma porque los galos estaban violando su territorio, así que Flaco fue enviado a la Galia, pero no tardó en derrotar a los galos y volver triunfante a Roma.
En 124 murió el rey parto Artabán II, y fue sucedido por su hijo Mitrídates II. La situación en Egipto era delicada para Ptolomeo VII. Su exesposa Cleopatra seguía contando con muchos partidarios, así que el rey finalmente optó por reconciliarse con ella y la trajo de nuevo a Alejandría.
Desoyendo los ruegos de su madre, Cayo Graco se presentó como candidato y fue elegido tribuno en 123. Cayo era mucho más elocuente que su hermano, y estaba dispuesto a vengar su muerte. Coordinó en un mismo programa los intereses de diversos grupos opuestos a la nobleza. Inmediatamente puso en vigor la ley de reforma agraria de su hermano, que finalmente se había dado por aprobada, pero no había sido puesta en vigor por la influencia de Escipión. Multiplicó las parcelas de las regiones alejadas y montañosas, respetando las posesiones de los nobles en la Campania, el Lacio o Tarento. Aumentó la cuantía de las asignaciones, y así creó una clase campesina acomodada. Consiguió que se aprobase la creación de colonias en los territorios de Tarento, Cartago y Capua. Logró que se aprobara una ley frumentaria por la que se distribuía mensualmente trigo entre los pobres a precio de coste, mientras que se establecía un gravamen sobre los artículos de lujo. Para ganarse a la clase media que no formaba parte de la nobleza, los llamados equites (caballeros), les asignó la recaudación de impuestos en la provincia de Asia. También les concedió garantías judiciales, al hacerlos entrar en los tribunales junto con los senadores, y fijó su importancia social asignándoles localidades especiales en el teatro.
Por esta época los romanos se habían asentado en la costa mediterránea de la Galia, el territorio por donde Aníbal había pasado a Italia. Fundaron la ciudad de Aquae Sextiae (Aguas de Sextio, la actual Aix) por Sextio Calvino, que era cónsul ese año.
En 122 Antíoco VIII logró derrotar definitivamente a su rival Alejandro II, que resultó muerto. En Roma Cayo Graco fue reelegido como tribuno, y se dedicó al acondicionamiento de los mercados, graneros y caminos. Propuso que se concediera a todos los italianos la ciudadanía romana, y a los restantes aliados el status del que ahora disponían las ciudades del Lacio. Sin embargo los nobles aprovecharon estas propuestas para excitar el egoísmo del pueblo romano, que, dentro de sus penurias, se sentía privilegiado respecto a los italianos y no estaba dispuesto a renunciar a este status. Utilizaron al otro tribuno, Marco Livio Druso, que realizó una política demagógica. La popularidad de Cayo Graco fue decayendo y, cuando presentó su candidatura para el tribunado en 121, no fue reelegido. Durante una discusión en el Senado se produjeron disturbios, hasta el punto de que se recurrió al Senatus Consultus Vltimus, por el que se daba plenos poderes a los magistrados y quedaban en suspenso las libertades individuales. Se produjo una batalla en el monte Aventino entre los partidarios de Graco y los del cónsul Lucio Opimio, en la que murieron tres mil ciudadanos, entre ellos Marco Fulvio. Cayo Graco, acorralado, optó por suicidarse. En los años siguientes las leyes de los Gracos fueron paulatinamente abolidas.
Ese año surgieron desavenencias entre Antíoco VIII y su madre, Cleopatra Tea, ésta trató de envenenar a su hijo, pero no tuvo éxito y Antíoco VIII la hizo asesinar. Cleopatra Evergetis, la segunda esposa de Ptolomeo VII, tenía tres hijas. La mayor, Cleopatra, la había casado con su hermano y heredero del trono, mientras que ahora casó a la segunda, Cleopatra Trifena, con Antíoco VIII. Mientras tanto el sur de la Galia fue convertido en provincia romana.

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Corrección textual y fotografía seleccionada: Alfonso Gil
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