Uno de los doce apóstoles, mencionado sexto en
tres de los Evangelios (Mateo 10:3; Marcos 3:18; Lucas 6:14) y séptimo en los
Hechos de los Apóstoles (1:13).
El nombre (Bartholomaios) significa “hijo de
Talmai” (o Tholmai) que es un antiguo nombre hebreo, llevado por el Rey de
Gessur cuya hija era esposa de David (II Reyes 3:3). Esto demuestra, al menos,
que Bartolomé era un descendiente hebreo, éste puede haber sido su genuino
nombre propio o simplemente añadido para distinguirlo como el hijo de Talmai.
Fuera de las instancias referidas, no ocurre otra mención de su nombre en el
Nuevo Testamento. Nada más es sabido acerca de su vida con certeza. Sin
embargo, muchos eruditos lo identifican con Natanaél (Juan 1:45-51; 21:2). Las
razones de esta suposición es que Bartolomé no es un nombre apropiado para un apóstol;
que el nombre nunca aparece en el cuarto evangelio, mientras que Natanaél no
es mencionado en los sinópticos; que Bartolomé es un nombre emparejado con
Felipe en los evangelios de Mateo y Lucas, y encontrado al lado suyo en el
evangelio de Marcos, que concuerda bien por el hecho demostrado por San Juan,
que Felipe era un viejo amigo de Natanaél y lo guió hacia Jesús; que la llamada
de Natanaél, mencionada con el llamado de distintos apóstoles, parece que lo
marca para el apostolado, especialmente desde que la completa y bella narrativa
nos guíe hacia un desarrollo importante; que Natanaél era de Galilea donde
Jesús encontró a la mayoría sino a todos los Doce Apóstoles; finalmente, que en
la ocasión de la aparición del Salvador a orilla del Mar de Tiberias, Natanaél
es encontrado presente, junto con algunos apóstoles que están nombrados y dos
no nombrados discípulos de Jesús , que eran probablemente apóstoles (la palabra
“apóstol” no se encuentra en el cuarto Evangelio y “discípulo” de Jesús
ordinariamente significa apóstol) y así, presumiblemente, era uno de los Doce.
Esta cadena de evidencia circunstancial es ingeniosa y muy fuerte; el eslabón
débil es que, a pesar de todo, Natanaél puede haber sido otro personaje en el
cuál, por alguna razón, el autor del cuarto evangelio puede haber estado muy
interesado, como lo hizo con Nicodemus, quien al igual que él no está nombrado
en los sinópticos.
Ninguna mención de San Bartolomé ocurre en
literatura eclesiástica antes de Eusebio, quien menciona que Pantaenus, el
maestro del Origen, mientras evangelizaba la India, se le dijo que un apóstol
ya había evangelizado allí antes que él y que le había dado a sus convertidos
en Evangelio de Mateo escrito en hebreo, que todavía era atesorado por la
Iglesia. “India” era un nombre cubriendo una vasta área, incluido Arabia Felix.
Otras tradiciones representan a San Bartolomé como predicador en Mesopotamia,
Persia, Egipto, Armenia, Lycaonia, Phrygia, y en las orillas del Mar Negro; una
legenda, es interesante notar, lo identifica con Natanaél. Su muerte, se dice
que fue en Albanopolis en Armenia, esto es igual de inseguro; de acuerdo a
algunos, él fue decapitado, de acuerdo a otros desollado vivo y luego
crucificado, con la cabeza hacia abajo, por órdenes de Astyages, por haber
convertido a su hermano Polymus, Rey de Armenia. En cuenta de esta leyenda, es
representado en arte (como en El Último Juicio de Miguel Ángel) desollado y
sosteniendo su piel con sus propias manos. Sus reliquias se cree que están
conservadas en la iglesia de San Bartolomé en la Isla, en Roma. Su fiesta es
celebrada el 24 de agosto. Un evangelio apócrifo de Bartolomé existió en los
primeros años. LE CAMUS, Vie de Notre Seigneur (tr.
New York, 1906), I; IDEM in VIG., Dict. de la Bible, where references are given
for the sources of the traditions, FOUARD, Life of Christ (New York, 1891).
JOHN F. FENLON Transcrito por Cloistered
Dominican Nuns, Monastery of the Infant Jesus, Lufkin, Texas Dedicado a Cristo
Redentor Traducido por Fernando Arriola