Primer encuentro
Levantaste al niño de la su luna.
Vistiose raudo para tu Encuentro;
salió de casa y marchó a aquel templo
do le esperabas en tu cruz de cuna.
Quedose atónito con la fortuna
de su vida ser Tú el epicentro.
Y, nada más te vio, lo entraste dentro,
cual buen Pastor a su tierna ovejuna.
Y allí quedó contigo en soledades,
en diálogo amoroso respirando,
mientras otros pensábanle perdido.
Y todo lo demás en vanidades
pensó que era sin tu amor gozando…
y a casa regresó en Ti fundido.
Alfonso Gil González
Cehegín, 2013