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Beethoven y la Quinta Sinfonía
Según puede deducirse por sus cuadernos de apuntes, desde 1795 Beethoven proyectaba una sinfonía en do menor. Una vez terminada la Tercera Sinfonía, volvió a este proyecto que interrumpió de nuevo para escribir la Cuarta Sinfonía. En 1807, se dedicó definitivamente a la obra que nos ocupa. Se estrenó en Viena el 22 de diciembre de 1808.
El Primer Movimiento es allegro con brío. Empieza con la vehemente exposición del tema principal, constituido por la famosa célula de cuatro notas o "llamada del destino": sol, sol, sol, mi .., que reaparecerá en los demás movimientos dándole a la obra su perfecta unidad. Se mantiene el ritmo inicial hasta que los primeros violines introducen el segundo tema: si, mi, re, mi, sol, do..., exposición que da paso a episodios en que domina el tema fundamental. El movimiento se cierra con incisivos acordes de toda la orquesta.
El Segundo Movimiento es andante con moto. Se inicia con un tema muy expresivo de violas y violonchelos, que cantan clarinetes y fagots con acompañamiento de la cuerda, adquiriendo poco a poco un carácter triunfal. Tras una serie de variaciones, vuelve el tiempo al inicio y, tras la incorporación gradual de los instrumentos, se llega a la conclusión.
el Tercer Movimiento es allegro. Es un scherzo en tema ascendente: mi, la, do, mi, la, do, si... que se expone dulcemente hasta la aparición de un nuevo tema salvaje e impetuoso, pasando de las trompas al tutti orquestal que rebosa energía, creando una atmósfera de expectación.
El Cuarto Movimiento es allegro. Apoteósico con el refuerzo de los trombones: do, mi, sol, fa, mi, re, do... desprendiendo melodía que cantarán los violines, hasta llegar a la parte central con violas, violonchelos y resto orquestal. La conclusión es larga. Resurge el primer tema y la obra finaliza con una serie de vigorosos acordes.
Alfonso Gil revisó el texto de la Editorial Salvat y añadió la foto de la carátula.
