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Los días contados
El tiempo vuela. Faltan muy pocos días para una decisión política en España, que permita que ésta pueda ser gobernada. Por una parte, la investidura del señor Rajoy como Presidente del Gobierno, con la abstención del PSOE. Por otra, si ello no prosperase, la convocatoria nacional a las urnas, para que el pueblo español, por fin, decida si va a dar los votos suficientes a quien desee que gobierne.
Por el empecinamiento de algunos, que no por el amor a la Patria, ésta soporta ahora multitud de partidos políticos que han complicado la estabilidad democrática. Ahora bien, como todos ellos se reducen a dos bloques, el de la derecha y el de la izquierda, ¿tan difícil es aunar las distintas fuerzas de uno y otro bloque –por ejemplo llamándose algo así como CEDA y CEIA-, facilitando a los españoles la decisión de voto? Unas veces gobernaría la derecha y otras la izquierda.
Pero he aquí la madre del cordero: Es que no hay una derecha, sino las derechas; y no hay una izquierda, sino muchas izquierdas. Y cada Partido se cree que representa a uno u otro bloque. Los españoles somos así. Todos llevamos dentro un alma de caudillo. Demasiados caudillos para tan pocos soldados. De manera que, o se ponen los caudillos de acuerdo en delegar a un general en jefe, o vamos a tener volteos de urnas, cual si de campanas se tratara, para celebrar la incesante fiesta de ser gobernados provisionalmente.
Mientras tanto, el mundo corre, Europa nos urge, el paro sigue, los refugiados aumentan, los mayores presagian jubilaciones de miseria, nuestros jóvenes se van fuera, la pobreza ronda por nuestras calles y plazas. Y nuestros políticos oteando el horizonte, a ver por dónde les vienen votos y más votos, sin percatarse de que el país que desean servir -¡jajaja!- se está quedando famélico, lo que no es para reírse, sino para llorar… y mucho.
Alfonso Gil González
