Primera Estación
*
Mi Señor es a muerte condenado.
El grito de la gente amenazante
apagó tu justicia, gobernante,
y el miedo en cobarde te ha trocado.
Delante la Verdad. Tú, engañado,
sólo escuchas la tuya, insinuante,
y mandas a la Eterna caminante,
a que lave con sangre tu pecado.
Poncio no es aquél; tú Pilatos eres
que tus manos lavar prefieres antes
por luego condenar injustamente.
Así son tantos hombres y mujeres,
sean mayores, jóvenes, infantes,
que no viven la vida rectamente.
Alfonso Gil González
Cehegín, 2013