La Pasión según san Mateo
La recitación de los textos evangélicos de la Pasión de Cristo ya formaba parte de los ritos de Semana Santa en la Edad Media. El texto era cantado por tres eclesiásticos. Posteriormente, se les unió cierto número de cantores que intercalaban polífonía, dando origen a las “pasiones-motete” que arraigaron profundamente en los territorios protestantes cuando Lutero sustituyó el texto latino por la traducción alemana de la Biblia. La primera de estas “pasiones” se atribuye a Johann Walter, en el siglo XVI. Después, fue adquiriendo el carácter de una gran cantata dramática, cuya forma básica la dejó establecida el gran Schütz, y alcanzó su punto culminante con Bach. Se le atribuyen cinco “pasiones”, de las que sólo dos han llegado hasta nosotros: ésta y la de San Juan.
La “pasión según san Mateo” está concebida como una “cantata” con coros, recitativos y arias. El texto está tomado de los capítulos 26 y 27 del Evangelio de san Mateo. Hay, además, otros textos de un tal Picander, que era libretista y compositor de la época bachiana. La obra se interpretó por primera vez en la Iglesia de Santo Tomás de Leipzig, el 15 de abril de 1729. La importancia que le dio Bach a esta “pasión” se hace patente por el gran aparato vocal e instrumental que exige.
Los coros reflejan los sentimientos del pueblo en general; las corales, los de la comunidad creyente. Los siete solistas representan distintos personajes concretos de la Pasión, más el papel del narrador o evangelista. De los 78 episodios que integran la magna obra, de unas 3 horas de duración, cargadas de solemnidad y misticismo.
Alfonso Gil