Cancionero mudo
Quiero justificar ese título a un trabajo que iré desarrollando poco a poco. En realidad, podría titularlo "Evangelio desmenuzado" o "Evangelio masticado". Pero no está mal que lo llame "cancionero", pues, en realidad, cada frase, cada versículo del Evangelio es para mí como una canción. Y le llamo "mudo", porque estoy convencido de que es en la intimidad y soledad del alma donde puede percibirse un tal mensaje, tan interpelante al tiempo que misericordioso, y eso sólo se percibe en el total silencio.
He escogido esa bella cerámica del diálogo de Jesús con la mujer samaritana, y cada vez que continuemos leyendo y comentando las palabras evangélicas, procuraré buscar una imagen que de alguna manera ayude a esa meditación o estudio que vamos a emprender a partir de ¡ya!
Estoy convencido que el sagrado texto no dice lo mismo a todos por igual. De manera que sería muy pretencioso, por mi parte, pensar que lo que a mí me dice te lo dice a ti. Pero si me sincero diciendo lo que a mí me dice, es posible que te ayude a tener una lucecita más en la comprensión del texto que nos ocupe. Y viceversa.
Algunas personas que me conocen años ha siempre me dicen que por qué no plasmo mi pensamiento en materia tan importante, sobre todo pensando en la utilidad para la vida. Y no me gustaría morir antes de haber prestado este servicio a quienes tan bien me han querido siempre. Con la ayuda de Dios todo esto será posible, una vez más.
Alfonso Gil