PRESENCIA DIVINA
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Mantenerme, Señor, en tu presencia;
pensar en Ti y ser por Ti pensado;
decirte que te amo y ser amado:
¡Qué dulce soñar de la inocencia!
Dejar que Tú dirijas la conciencia;
dolerme aun la sombra del pecado;
sentir que Ti caminas a mi lado:
¡Qué modo de saber sin otra ciencia!
Ser Tú en mí, contigo confundido;
contemplar con tus ojos, admirado,
el frágil devenir de tus criaturas;
Verme ya en tu hogar, tan consumido,
que tan sólo parezca polvo alado,
cual los ángeles son las almas puras.
Alfonso Gil González
Cehegín, 2013