Brendel y Schubert
En abril de 1995, Patrick Gallois era un flautista que se lucía con la Orquesta Sinfónica de Tenerife.
Carlos Chausson sería "Don Pasquale" en el Teatro de La Zarzuela de Madrid.
El pianista Radu Lupu era invitado por Ibercámera para intervenir en el Palau de la Música de Barcelona.
El CD del mes estaba dedicado a Franz Schubert: Quinteto La Trucha, D. 667, y Klavierstücke.
Roberto Fertonani escribía sobre "el canto de los poetas", resaltando que Schubert escribió más de seiscientos Lieder, utilizando textos de cien autores distintos, si bien su encuentro decisivo lo tuvo con Goethe. Estuve en su casa hace un par de años.
Al austríaco Alfred Brendel se le calificaba como "la especialización". Su carrera se había iniciado en 1949, y ahora no había concierto para piano que le fuera desconocido.
En este tiempo, Nueva York rendía homenaje a nuestra Montserrat Caballé. Era el tributo a una voz divina que ya hacía 30 años había debutado en el Carnegie Hall. Y el Instituto Español le impuso la medalla de oro.
Tenía una trayectoria sin igual.
Eugeny Kissin era una verdadero prodigio del pìano. Tenía 23 años. Con aire de inocencia, saludaba con una inclinación de cabeza a su enfervorizado público. Y ya tenía en su haber una enorme discografía en que interpretaba obras de Brahms, Liszt, Schubert, Mozart, Prokofiev, Rachmaninov, Shostakovich, Schumann, Tchaikovsky...
Stefano Dionisio encarnaba al famoso Farinelli en una película de Gerard Corbiau. Aquella voz lejana era una buena excusa para hacer cine.
El mundo de la música celebraba los trescientos años de la muerte de Henry Purcell, el "Orfeo británico". Y Maribel Carracedo analizaba su vida y su obra.
El versátil director americano, James Levine, desvelaba algunos enigmas de su carrera.
Y el Festival de Versalles, tras su primera edición, se colapsaba a causa de mucha prisa y poca programación.
Alfonso Gil González
Final del Quinteto La Trucha, con BRENDEL
Klavierstücke, con BRENDEL