SED DE DIOS
Sediento estoy de Ti, oh fuente mía,
sediento y cansado del camino.
Voy a Ti como flecha a su destino,
y sin peso en el alma, ya vacía.
Tu recuerdo me trae, cada día,
que todo caminar es desatino,
que nada puedo hacer: estoy cansino
tumbado de tu amor en la umbría.
El agua viva que tu amor oferta
bebiera con placer, mi dulce Amado,
no más abrir del corazón la puerta.
Ven Tú a mí: estoy tan agotado,
que mi alma la tengo como muerta
de tanto por su Bien haber clamado.
Alfonso Gil González
Cehegín, noviembre 2015