Contigo y hacia Ti
No sé, Señor, el tiempo que me queda,
ni quiero recordar el que he vivido;
sólo sé lo feliz que yo he sido
al caminar conmigo en mi vereda.
Ya no canta mi voz, sólo remeda
el piar de polluelos en el nido.
En mi propio telar estoy metido
al igual que el gusano en su seda.
Mas pronto volaré cual mariposa
con colores de vida revestido,
los mismos de tu arco irisado,
y no gustaré más de otra cosa
que sentirme contigo renacido
a un eterno Amor inmaculado.
Alfonso Gil González
Cehegín, noviembre 2015