275 años en Cehegín
El 25 de julio de 2000 se celebraban en Cehegín los 275 años de la venida de la venerada Imagen de la Virgen de las Maravillas
Con tal motivo, el entonces obispo de la diócesis, Manuel Ureña Pastor, presidía la Santa Misa concelebrada por los sacerdotes del pueblo. Homilía, ofrendas, cantos... todo ayudaba a dar realce a la Solemne Eucarístía.
Después, el traslado de la Virgen de la Peña a Cehegín y su encuentro con la Virgen de las Maravillas. Toda la pedanía de Canara se desplazó a pie hasta la ciudad. A mitad de camino, la enorme comitiva se detuvo a comer y bailar bajo los cantos de un grupo rociero.
La alegría se propagó por las calles cehegineras. La Virgen de las Maravillas salió del convento franciscano más bella que nunca, sin corona. Televisión Española se hizo presente en el atrio de la iglesia conventual.
Grupos de coros y danzas regionales acompañaban el cortejo. Se echaron al vuelo las campanas de la torre franciscana. El gentío se hizo impresionante.
Poco a poco, el día iba cayendo, pero una multitud enardecida era faro luminoso para la inminente noche. El "encuentro" en la plaza del Alpargatero se torna indescriptible. Ambas Imágenes caminaron hacia la "Bodeguica", lugar exacto del primer encentro de los cehegineros del siglo XVIII con la Virgen de las Maravillas, hacía 275 años.
La Banda de la Sociedad Musical no dejó de tocar. El espectáculo se hace increíble. Se oye por la megafonía el "Magnificat" de Bach. Y empieza la parte literaria. Antonio de Béjar introduce a los que van a ir interviniendo: el Padre Guardián, el Alcalde, la Coral Polifónica Kodaly, de Molina de Segura, que canta un Ave María a cuatro voces mixtas, y otras piezas; la lectura sobre el patronazgo de la Virgen de la Peña, y sobre la historia de la llegada de la Virgen de las Maravillas; los bailes regionales; las poesías...
Todo concluía con el Himno a la Virgen de las Maravillas. Las Imágenes patronales regresaron a sus respectivos templos. Un extraordinario castillo de fuego artificial ponía punto final a esta inolvidable jornada.
Alfonso Gil