Consejos para la misión
Los tres sinópticos recogen este aspecto de la preparación de los discípulos antes de salir a predicar.
Mateo (10, 5-15) dice que Jesús envió a los doce recomendándoles que no fueran por tierras paganas ni entraran a las ciudades de los samaritanos, sino que más bien atendieran a las ovejas a punto de perecer de la casa de Israel. Que predicaran diciendo que se aproximaba el reino de los cielos; que curaran a los enfermos, levantaran a los muertos, limpiaran a los leprosos, echaran demonios, y que dieran gratis lo que gratis habían recibido. Que no llevaran consigo oro ni plata ni dinero, ni anduvieran con dos túnicas ni calzados ni bastón, porque el obrero es digno de su alimento. Y que, en cualquier pueblo o aldea en el que entrasen, pregunten si hay allí alguien digno y con él permanecieran hasta marcharse. Y que, al entrar a la casa, saludaran diciendo que la paz sea a esta casa. Que si alguna casa fuera digna, la paz vendría a esa casa; pero, si no, la paz volvería a ellos, a los discípulos, y, no habiendo querido escuchar sus palabras, salieran de aquella casa o ciudad sacudiéndose el polvo de los pìes. Y les aseguraba que esa gente sería tratada con menos tolerancia que los sodomitas y gomorreos en el día del juicio.
Marcos (6, 8-11) puntualiza que los enviaba de dos en dos, dándoles toda potestad, y que, no llevando nada, podían ir con sandalias, Y que ungieran a los enfermos con óleo para ser sanados.
Por su parte, Lucas (9, 3-6) termina diciendo que los discípulos salieron a evangelizar por las aldeas, curando por todas partes.
Alfonso Gil