La Catequesis como mensaje
Proseguimos con las clases del profesor Pascual Maymí, plenas de pedagogía religiosa:
- A veces las fórmulas han llegado a tener una importancia excesiva en la pedagogía catequística.
- A menudo la Catequesis se ha enfocado como enseñanza de una doctrina, entendida como conjunto de nociones y verdades precisas y fuertemente estructuradas. La teología misma estaba deformada en el mismo sentido. Frente a lo abstracto empezó a contar también el sujeto, su psicología. En lugar del método exegético tenemos pues el método evolutivo.. Por obra de Max Scheler y de su escuela se viró hacia la fenomenología y la teoría de los valores. La escuela activa introdujo una dimensión importante: que entre los factores de educación hay que tomar en cuenta no sólo las palabras sino la acción misma.
- La renovación del contenido fue la gran inquietud del movimiento kerigmático, nacido con J.A, Jungmann, en Innsbruck, a partir de 1936. Para él, el kerigma es la doctrina cristiana en cuanto destinada a ser objeto de anunciación o predicación. El dogma hay que conocerlo, pero el kerigma hay que pregonarlo. El fin de la enseñanza religiosa es el catecumenado. El resultado del movimiento kerigmático fue el nuevo Catecismo Católico, publicado en 1955, y que se atiene a las etapas formales del método de Munich: exposición, explicación y aplicación. La catequesis como doctrina se veía ampliamente desbordada por otros elementos: los valores, el diálogo, la vivencia...
- La comunión hay que subrayarla y relacionarla con las otras dimensiones de la catequesis. Para ello hay que atender tres niveles: la "Antropología", cuya primacía corresponde a la intersubjetividad; la "Revelecaión y fe" y la "Catequesis". Por consiguiente, toda catequesis tiene un triple quehacer: instruir, formar e iniciar. Pero este triple quehacer no debe llevarse a cabo separadamente. La Catequesis es la actividad que actualiza la revelación divina para educar y acrecentar la fe. Por tanto, inicia en el encuentro, forma en una mentalidad cristiana y enseña una doctrina que precisa y agrupa los hechos y las verdades.
- Pero esto no debe bastarle al catequista: además de preocuparse por el qué, tiene que pensar en el cómo y en el a quién. El movimiento kerigmático nos recordó cosas importantísimas: la necesidad de volver a las fuentes, para conectar realmente con los interrogantes reales de la juventud. Se fue hablando cada vez más de enfoque antropológico e incluso de catequesis antropológica, en función de la cultura y de las necesidades de cada ambiente, porque la palabra de Dios es para el hombre. Es imposible motivar de veras a la gente si lo que se les propone no responde a preguntas que ellos mismos se han formulado de alguna manera y a las que quieren encontrar respuesta.
- La catequesis actual va desplazando su centro de gravedad de los contenidos hacia el sujeto: partir del hombre e incluso centrarse en el hombre, ya sea a partir de algo extrínseco al sujeto o a partir de la experiencia vivida por cada cual. La catequesis tiene que ser las dos cosas a la vez. La Biblia misma es mucho más que doctrina: es experiencia y vida.
Alfonso Gil