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sábado, 11 de junio de 2016

FE Y SOCIEDAD... 5

Dios en las religiones

Martín Velasco era rector del Seminario Conciliar de Madrid el año que yo contraía matrimonio en la capital de España. Sacerdote diocesano, recorrió las Universidades de Europa especializándose en Filosofía y Teología. Nos habla de este intrigante tema de Dios en las religiones.
1- "Dios" es un signo lingüístico con el que numerosas personas, incluso en este mundo, se refieren a lo más importante, a lo último, a lo definitivo para ellas. La ciencia y economía modernas lo han vaciado de sentido, y también aquellos creyentes que usan ese nombre para designar caricaturas y perversiones de lo divino. Pero la historia de las religiones da testimonio de la presencia universal y constante de esa realidad a la que nosotros nos referimos con el término de "Dios".
La experiencia del Misterio está en la raíz del hombre con la que toca el fondo del que surge la actividad humana que lleva a nombrar, imaginar, representarse y pensar lo divino de acuerdo con las variadísimas circunstancias culturales por las que pasa la historia humana. El hombre se experimenta y se vive a sí mismo como alguien que está a la luz y en la presencia de un más allá de sí mismo y del mundo que puede identificar como el Misterio. El Misterio aparece así como lo "otro" en relación con todo lo mundano, distinto de lo que conocemos y distinto de lo desconocido en nuestro mundo.
2- Sólo simbólicamente puede el hombre expresar la presencia de una realidad que pertenece a otro orden de ser y que se manifiesta en la mediación de lo mundano. Las representaciones de lo divino se refieren a una realidad capaz de explicar el origen del hombre y de su mundo. Y que repercuten sobre la representación de la vida como un camino dotado de un sentido y que conduce a un fin feliz. Las religiones han expresado la realidad a la que el sujeto religioso aspira bajo el esquema simbólico de la coincidencia de los contrarios, de la unidad y polaridad de las propiedades opuestas, aplicando a la divinidad, cuando ésta es representada bajo una forma concreta, los rasgos de una forma opuesta.
No podemos olvidar el carácter antropomórfico de todas las representaciones que se forja el hombre religioso. A veces, una representación femenina de la divinidad, que constituye si no "la primera epifanía de la divinidad", sí al menos una representación arcaica de la misma. Representaciones femeninas de la divinidad aparecen en casi todos los contextos religiosos.
El cielo ha constituido para numerosas poblaciones la realidad central para simbolizar esa realidad superior con cuya presencia el hombre se ha visto desde siempre agraciado.
Otro hecho es la representación de la divinidad bajo figura animal. Se trata de procedimiento alegórico que nada tiene que ver con la "zoolatría".
El antropomorfismo es una forma de representación de lo divino que tiene una manifestación prototípica en la Grecia antigua. Su peligro consiste en lo que algunos han llamado la "humanización de Dios", ignorando la distancia entre el hombre y su Dios. Pero los griegos no aspiraban a la humanización de Dios sino a la divinizacíon del hombre, es decir, a un teomorfismo. La raíz del antropomorfismo para las religiones monoteístas está en la idea de la creación. Porque se sabe creado a imagen de Dios, el hombre religioso dispone en sí mismo de una huella a partir de la cual, aunque sea negativamente, se ve movido a representarse lo divino.
No resulta fácil precisar cuándo una representación puede ser teísta.
3- Todas estas representaciones son indicios de la presencia originaria y permanente de Dios en el corazón del hombre. La idolatría es ciertamente posible, pero lo es en el seno de todas las religiones y culturas cuando la actitud religiosa se pervierte, independientemente de las representaciones que se ofrezcan de Dios y de los ídolos. La orientación de las religiones hacia el monoteísmo es su prueba más perfecta de configuración con la divinidad.

Alfonso Gil González

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