Evangelio y evangelios
Xabier Pikaza Ibarrondo es doctor en Teología, Filosofía y Sagrada Escritura. Hablando con él, veo su preocupación por el texto evangélico, y dice que el Evangelio se define, ante todo, en forma de noticia, y ve que hay una prioridad de la narración sobre la idea y sobre la praxis: la memoria del camino salvador de Jesucristo. Ahonda en el hecho de que Evangelio significa "buena nueva", mientras afirma que el sentido de lo humano ya se encuentra realizado por la vida de Jesús. "Todo lo que se sabía y se decía sobre Dios pasa a un segundo plano". Añadía que el Evangelio es un acontecimiento que se universaliza, es decir, Jesús empieza a desvelarse como el "hombre universal", el hombre para todos. Hay, dice, dos formas de universalizar el Evangelio: una, a través de la proclamación de la Palabra; otra, por medio de la Iglesia, donde se recibe y se celebra esa palabra.
- De modo que no tengo más remedio que preguntarle sobre la génesis evangélica, y contesta esto:
* El Evangelio sólo puede comprenderse superando la ley del judaísmo. No es imposición, sino apertura de la vida al ámbito de la gracia y del amor de Dios ofertado en Cristo.
* Pero, al mismo tiempo, el Evangelio emerge contra el gesto radical de la violencia. Proclama un orden nuevo de humanidad que se funda en la gratuidad del amor transformante divino.
* Finalmente, el Evangelio se mantiene contra todo revanchismo apocalíptico. Anuncia el fin del mundo en perspectiva de gratuidad y de perdón, no en forma de revancha.
El Evangelio sólo adquiere su sentido a partir de Jesucristo anunciando el reino de Dios. Centro del Evangelio es el camino y vida de Jesús ayudando a los necesitados. Culminación del Evangelio es la muerte de Jesús, ofrecida de forma total y gratificante. De ahí nace su dimensión pascual, en que vemos que la resurrección es la verdad de la vida de Jesús, su universalización y su divinización. Por ella descubrimos que el camino de Cristo es el lugar de Dios para los hombres.
Ahora bien, la historia y la pascua de Jesús se concretizan en forma de Evangelio en el ámbito eclesial. La Iglesia nace del Evangelio y, a su vez, ella lo actualiza y lo asume como exigencia de vida.
Teniendo en cuenta eso, el Evangelio terminó por fijarse en unos textos literarios. La tradición cristiana ha tenido siempre en cuenta el "todo" del Evangelio de Jesús.
- Es ahora cuando le preguntamos por las formación del mismo Evangelio. Rápidamente se adelanta a decir que hay un solo Evangelio, un único mensaje de liberación que deriva de la palabra y vida de Jesús. Y esquematiza así:
* El Evangelio de Marcos no es un libro de moral ni un testimonio de esperanza escatológica, sino que su llamada se traduce en forma de exigencia al seguimiento. No se trata de conocer teóricamente a Jesús, sino en descubrirlo como liberador. Nos libera de lo diabólico y de la muerte, pero nos libera para la libertad. Por eso la Iglesia está en deuda con su radicalidad y su palabra de exigencia.
* El Evangelio de Mateo se ha fijado de manera especial en las necesidades de su iglesia, y desvela los tres rasgos que precisan el sentido evangélico: una palabra de gracia que se ofrece gratuitamente a todos; una palabra que se transforma en voz de exigencia; y una experiencia cristológica.
* El Evangelio de Lucas ofrece el transcurso de la nueva historia de Jesús, que se abre hacia la Iglesia: El origen de todo se halla Dios; desde ese Dios; desde ese Dios se entiende el camino de Israel; cimentando esa esperanza aparece Jesús; de Jesús proviene la Iglesia; la "parusía" como expresión total de Dios que cumple toda esperanza. El evangelio lucano expresa la exigencia de una conversión en lo que toca a la justicia, al reparto de los bienes y a la colaboración entre los hombres.
* El Evangelio de Juan nos introduce en un espacio humano diferente. Penetramos en la luz que es Dios. Penetramos en el campo de la Verdad. Penetramos en la Vida que viene del Padre ofrecida en su Hijo. Todo ello se concreta en un gesto de amor.
- El Evangelio tiene, por tanto, diversas lecturas.
En plano científico, los evangelios deben estudiarse como todos los libros de literatura y d ela historia. Pero, desbordando ese nivel, los creyentes se acercan en plano de compromiso. Hay, por tanto, una lectura no cristiana y una lectura cristiana, aunque ambas son lecturas religiosas.
El Evangelio es libro eclesiástico, porque es ley fundamental de la Iglesia, y, al mismo tiempo, es su libro de recuerdo y de fiesta. Es también un libro universal, pues su oferta de salvación es para todos los hombres, para todos los vivientes de la tierra.
Sin ambargo, por encima de cualquier moralismo, más allá de toda imposición, el Evangelio refleja una creencia. Nos abre hacia Dios, situándonos donde es posible la fe en el reino de Dios. Por tanto, es un libro de liberación y no de opresión, y es un libro de celebración de ese misterio donde se anticipa ya sobre la tierra la verdadera libertad, la presencia de Dios, y el surgir de la vida en que no existe muerte ni injusticia.
Alfonso Gil González