Esperanza y Utopías
Hace ya cuarenta años, el profesor de teología y sociólogo, JM. Mardones Martínez, hablaba sobre este tema apasionante. Él partía de que la esperanza se muestra encarnada en esperanzas históricas con rasgos concretos, sin perder un dinamismo que las sobrepasa. No se define por lo que espera, sino por el modo como espera.
-¿Qué es la esperanza cristiana?, le dije. Y esto contestó:
Hay esperanza donde se fuerzan los límites del presente. El gesto esperanzado recorre todos los vericuetos de lo humano, porque en todos ellos se puede sentir clavada la nostalgia que ansía la felicidad sin recortes de tiempo ni medida. La esperanza pone luz y color sobre las cosas. Pero la experiencia de la esperanza humana no se identifica con la esperanza cristiana. Ésta vive referida y abierta al futuro, pero no a un futuro cualquiera o indeterminado, sino al futuro de Jesucristo. Este hombre hizo de la esperanza de los pequeños y pobres la esperanza de Dios. Su vida se tensó hacia un futuro histórico para ellos, que desembocaba más allá de los lindes de la historia. La historia humana y el cosmos se descubría abrazada por el amor de Dios. El fin de la vida no era el sin sentido, sino la vida con Dios. Las ansias de plenitud y realización se remitían a una fuente donde las posibilidades quedaban exaltadas hasta el Infinito, a un lugar que es la comunidad de amor y plenitud del Dios de Jesucristo.
Jesús de Nazaret hizo de la esperanza de los pobres el centro de sus promesas. Por eso, su Espíritu no cesa de clamar hacia un futuro nuevo escondido para el hombre. "La esperanza no es equivalente a optimismo". "La esperanza cristiana no es albergue de seguridad", pues sólo tiene a su favor la fidelidad del Dios que resucitó a Jesús. "La esperanza cristiana es radicalmente universal", impulsada por el interés de que todos los hombres lleguen, por fin, a ser hombres.
La esperanza choca con la experiencia. Ve la realidad no sólo en lo que es, sino en sus posibilidades. Una posibilidad que para el creyente es la del Dios de Jesús. "La esperanza dice relación a la libertad". La libertad cristiana se mantiene erguida gracias al horizonte abierto por el Resucitado.
- ¿Se relaciona la Esperanza con la Utopía?
No hay una utopía cristiana, entendida como proyecto político-social y económico, porque la esperanza cristiana lleva aneja un anhelo de una sociedad perfecta en el Nuevo Futuro, donde reinará la fraternidad universal bajo la égida del amor trinitario. Quizá pudiéramos denominar a la utopía como escatología cristiana. El cristiano es un crítico permanente de lo que hay; le pertenece la actitud del revolucionario permanente. Pero, por ser el guardián de una esperanza inagotable, es un mal compañero de viaje de la revolución. Lo que significa es que el cristiano, comprometido en las tareas del cambio social, será contrario a toda idolatría. El cristiano está remitido a la razón y al discernimiento.
La esperanza es la fuente de la utopía. Sin este subsuelo, la utopía apunta a un "espacio hueco". La forma de mantener abierta la historia y el futuro, es entregándola a una esperanza que lleve el amor más allá de la muerte.
- Entonces, la Esperanza sería generadora de utopías intrahistóricas.
La utopía de nuestro momento se denomina "la sobrevivencia".
Dejar de colaborar con la sobrevivencia supondría afirmar la peor de las utopías. Hoy es visible el neo-conservadurismo, que intenta sacarnos de la historia en nombre de la defensa de la fe, con lo que el cristianismo perdería la esperanza histórica y ésta perdería al cristianismo.
La esperanza cristiana se tiene que manchar en la historia. Es preferible que se equivoque a que quede paralizada. es más deseable que nuestro sudor se mezcle con el de los hombres que empujan la historia, que permanecer al margen con las manos limpias. La esperanza tiene que ser operativa o, de lo contrario, se niega a sí misma.
Alfonso Gil González
- ¿Se relaciona la Esperanza con la Utopía?
No hay una utopía cristiana, entendida como proyecto político-social y económico, porque la esperanza cristiana lleva aneja un anhelo de una sociedad perfecta en el Nuevo Futuro, donde reinará la fraternidad universal bajo la égida del amor trinitario. Quizá pudiéramos denominar a la utopía como escatología cristiana. El cristiano es un crítico permanente de lo que hay; le pertenece la actitud del revolucionario permanente. Pero, por ser el guardián de una esperanza inagotable, es un mal compañero de viaje de la revolución. Lo que significa es que el cristiano, comprometido en las tareas del cambio social, será contrario a toda idolatría. El cristiano está remitido a la razón y al discernimiento.
La esperanza es la fuente de la utopía. Sin este subsuelo, la utopía apunta a un "espacio hueco". La forma de mantener abierta la historia y el futuro, es entregándola a una esperanza que lleve el amor más allá de la muerte.
- Entonces, la Esperanza sería generadora de utopías intrahistóricas.
La utopía de nuestro momento se denomina "la sobrevivencia".
Dejar de colaborar con la sobrevivencia supondría afirmar la peor de las utopías. Hoy es visible el neo-conservadurismo, que intenta sacarnos de la historia en nombre de la defensa de la fe, con lo que el cristianismo perdería la esperanza histórica y ésta perdería al cristianismo.
La esperanza cristiana se tiene que manchar en la historia. Es preferible que se equivoque a que quede paralizada. es más deseable que nuestro sudor se mezcle con el de los hombres que empujan la historia, que permanecer al margen con las manos limpias. La esperanza tiene que ser operativa o, de lo contrario, se niega a sí misma.
Alfonso Gil González