DEVOCIÓN MARIANA
Oigo de ti la música callada
que en cordial escenario me resuena,
y musito, devoto, “gratia plena”,
a quien Dios recreó inmaculada.
Ella, luz de mi vida en la alborada,
ayúdeme vivirla como buena,
pues nada hay que valga más la pena
que dormir con sus brazos de almohada.
Sé seguro que Ella me comprende,
que por Madre tú mismo regalaste,
que por Reina el cielo la defiende.
Esto es lo que tanto me enseñaste.
No fue sólo el morir, es que, por ende,
el amor en tu Madre lo empeñaste.
Alfonso Gil González
Cehegín, mayo 2016