La España católica de hoy
Durante los siglos XVIII, XIX y XX la historia de España y, más en concreto, la historia del catolicismo español, tiene algunos rasgos muy peculiares respecto al resto de Europa.
En los siglos XVI y XVII se imponía la unidad religiosa. A partir del siglo XVIII se abrió un proceso de división en el seno de la sociedad española, en cuyo centro mismo estaba el problema religioso.
Por un lado, estaban los que consideraban la unidad religiosa como el fundamento de la nación española. Por otro, los que defendían los principios de libertad, racionalidad y tolerancia religiosa. Pero, a medida que pasaba el tiempo, el pensamiento liberal crecía mientras el conservador parecía menguar, hasta el punto de que el enfrentamiento de la llamada “dos españas” llegó a la explosión final con la II República y la Guerra Civil.
En las primeras décadas del siglo XX, el pluralismo de la sociedad española desbordaba los marcos legales de la Constitución canovista y del Concordato de 1851. Los fenómenos socio-culturales que emergían invalidaban la tradicional identificación entre lo católico y lo español. Los obreros se distanciaban del catolicismo y se afiliaban a sindicatos de signo anarquista y marxista. Únicamente pequeños grupos de obreros, especialmente en las zonas rurales de la meseta y del norte, formaban los sindicatos o círculos católicos de obreros.
Gran parte de los intelectuales defendían los principios de libertad y tolerancia religiosa, al tiempo que críticos con la jerarquía de la Iglesia y con el catolicismo tradicional, mientras la instrucción religiosa que se impartían en los centros de la Iglesia resultaba desfasada respecto a los avances de la cultura. Todo ello daba lugar a un proceso de descatolización de la sociedad española.
Por otra parte, la República de 1931 irrumpía con la pretensión de implantar un Estado secularizado y un régimen de libertades, cambiando estructuras legales para adaptarlas a la nueva situación social. Surge, así, un Estado Español que se declaraba laico y aconfesional, dejando el catolicismo de ser religión oficial y permitiendo la libertad de cultos. Se suprimió la obligatoriedad de la enseñanza religiosa en las escuelas, se secularizaron los cementerios y se aprobó la ley de divorcio. Igualmente, se disolvió a la Compañía de Jesús y se prohibieron determinadas actividades a las restantes congregaciones religiosas.
En las elecciones de 1933 triunfaron los partidos de derechas e intentaron contrarrestar la legislación anticlerical y laicista del bienio anterior, pero tuvieron muchas dificultades, no llegando a formar ningún gobierno estable. De manera que, en 1936, volvieron a ganar las elecciones las izquierdas, y comenzó un período de tensión y violencia que derivó en la sublevación del general Franco, desencadenándose la Guerra Civil. La jerarquía de la Iglesia española reaccionó ante la persecución del régimen republicano y publicó una Carta colectiva adhiriéndose al bando nacional.
Acabada la contienda civil, el catolicismo volvió a ser impuesto como religión oficial de España y se volvió a una unión entre Estado e Iglesia propia del Antiguo Régimen. El nuevo marco legislativo sería el Concordato de 1953. Cuando el Concilio Vaticano II (1963-1965) proclamó la libertad religiosa, se plantearon algunas contradicciones en el catolicismo oficial español, y la Iglesia española se convertía, a partir de ese evento eclesial, en una importante fuerza de oposición al régimen franquista.
La Constitución de 1978 volvía a proclamar la aconfesionalidad del Estado y la libertad religiosa. Para adaptar las relaciones entre Iglesia y Estado a la nueva situación democrática se firmaron, en 1979, los acuerdos entre el Estado Español y la Santa Sede. Por ello, en el momento actual, la Iglesia española sigue desempeñando su misión en el contexto de un régimen democrático y de una sociedad pluralista y secularizada, si bien la mayoría de los españoles están bautizados, y el peso de la historia y de la tradición católica siguen influyendo en las costumbres, fiestas, manifestaciones culturales, etc… Hoy, la Conferencia Episcopal Española está orientando una nueva evangelización de España, siguiendo las pautas renovadoras del papa Francisco, sin pretensión alguna de poder y mostrándose en permanente servicio del pueblo español.
Alfonso Gil González