Venid a Mí
Mateo 11, 25-28 y Lucas 10, 21-22 muestran estas palabras de Jesús en las que, dirigiéndose a Dios-Padre, le da gracias, como Señor del cielo y de la tierra, porque ha ocultado estas cosas suyas a los sabios y prudentes, y las ha revelado a los pequeños, porque así le parece bien.
Todo le ha sido dado a Jesús por su Padre de tal modo que: nadie cono al Hijo sino el Padre, y nadie conoce al Padre sino el Hijo y a quien el Hijo se lo quiera manifestar.
Es, por ello, que nos dice que vayan a él cuantos están agobiados por el peso de sus preocupaciones, pues Él los aliviará. E invita a que cada uno lleve con Cristo su yugo, aprendiendo cómo Jesús es manso y humilde de corazón; y eso será un descanso para nuestras almas. Porque su yugo es suave y su peso es ligero.
Así hablaba Jesús lleno de gozo por su Espíritu Santo.
Alfonso Gil