El dios boticario
Todos los dioses son falsos, incluido el boticario.
Los antiguos -Egipto, Grecia, Roma, etc...- se inventaban unos dioses para personalizar los muchos protectores que nuestras necesidades requieren: la naturaleza, la salud, el amor, la caza, el mar...
De algún modo, esto pasó al cristianismo. No era de recibo aceptar la existencia de muchos dioses, pues es evidente, y revelado, que sólo puede haber un Dios. Nuestra razón no da para más. Pero, habiendo tantos santos en el cielo y tantos ángeles en la corte celestial, no estaría mal, ni mucho menos, que, eliminados los dioses antiguos, les adjudicáramos algún oficio protector en nuestro propio beneficio, naturalmente.
Los santos del cristianismo, dentro de la lógica más aplastante de que es imposible que existan varios dioses, suplen con creces ese papel de mancebos de la botica celeste. Si nos duele algo, no tenemos más que acudir al santo o santa especialista, y asunto resuelto. No basta con que la Naturaleza esté dotada de los ingredientes precisos para cada uno de nuestros males. No es suficiente el arsenal de medicinas a nuestro servicio, ni la pléyade de médicos y demás sanitarios a nuestro bien dedicados.
Pero es más, hay quienes no se fían ni de los médicos, ni de las medicinas, ni de la Naturaleza, ni de los santos..., sólo de Dios. Bueno, algunos ni de Dios, para desgracia suya. Sólo se fían de ellos mismos. Claro que, no siendo ellos ni sabios ni santos, mal lo tienen para escapar del mal, y valga la frase.
Hablando de males, la medicina siempre busca, o debe buscar, su origen, la causa que los hace visibles y, a veces casi irremediables. Me refiero a los males del cuerpo. ¿Y los del alma? Entre unos y otros, ¡cuán grande es el piélago en que nada nuestra existencia! Ahora bien, si hay un sólo y único Bien, del que participa todo otro bien posible, debe haber un "Mal" del que participa todo otro mal posible. De ahí la necesidad de aferrarnos al Bien, a la Bondad, al Amor. Su ausencia o su alejamiento es el mal por excelencia. "Sólo Dios es Bueno", decía Jesús al joven que pretendía seguirle. Por tanto, sólo Dios es la Bondad y sólo Dios es el Amor. Todos los demás dioses, que nuestro propio yo fabrica, son falsos o inexistentes. Mas para ser falsos e inexistentes, hay que ver el follón que dan. ¿Por qué? Porque los inventamos y reinventamos. Mas como los hombres no podemos ver otra cosa, con estos ojos, que la apariencia de las cosas, jamás su realidad, el lío a que podemos llegar se nos hace un laberinto sin salida.
No hagamos de Dios un "dios boticario". Dios es nuestra única y auténtica existencia. Nada nos separará de Él.
Y esto es parte de las más sana teología.
Alfonso Gil
Hablando de males, la medicina siempre busca, o debe buscar, su origen, la causa que los hace visibles y, a veces casi irremediables. Me refiero a los males del cuerpo. ¿Y los del alma? Entre unos y otros, ¡cuán grande es el piélago en que nada nuestra existencia! Ahora bien, si hay un sólo y único Bien, del que participa todo otro bien posible, debe haber un "Mal" del que participa todo otro mal posible. De ahí la necesidad de aferrarnos al Bien, a la Bondad, al Amor. Su ausencia o su alejamiento es el mal por excelencia. "Sólo Dios es Bueno", decía Jesús al joven que pretendía seguirle. Por tanto, sólo Dios es la Bondad y sólo Dios es el Amor. Todos los demás dioses, que nuestro propio yo fabrica, son falsos o inexistentes. Mas para ser falsos e inexistentes, hay que ver el follón que dan. ¿Por qué? Porque los inventamos y reinventamos. Mas como los hombres no podemos ver otra cosa, con estos ojos, que la apariencia de las cosas, jamás su realidad, el lío a que podemos llegar se nos hace un laberinto sin salida.
No hagamos de Dios un "dios boticario". Dios es nuestra única y auténtica existencia. Nada nos separará de Él.
Y esto es parte de las más sana teología.
Alfonso Gil