Capítulo XLII
Semana Santa y caminos de luz
Del 24 al 31 de marzo de 1991 era Semana Santa. Son días muy especiales para el padre Alfonso. Es como si su entrega sacerdotal se reavivara, se intensificara su compromiso con Jesucristo. Lo que apunta en estos días bien lo atestigua. Así, el 27, dice: “Del amor al deseo hay solo un paso. Como de lo sublime a lo ridículo. Y no es que desear sea malo. Pero si el deseo proviene de mi ego, es decir, es egoísta, el amor surge por el otro, en su favor, es decir, es altruísta. Y, sin embargo, qué fácil es pasar de uno a otro, de amar a desear, de darse a poseer, de desvivirse a ser vividor. Piénsalo bien.”
El 28, Jueves Santo, añade: “La Pascua es el paso del Señor, liberando, salvando, vivificando. Eso se celebra en la Comida Pascual, y eso se celebra en la Cena Eucarística. Y como Cristo ya no es sólo Jesús de Nazareth, sino que su Cuerpo somos nosotros, con Él hemos de “pasar” liberando, salvando, vivificando. O nuestras celebraciones serán tan sólo actos teatrales.”
Día 29, Viernes Santo: “Nacer ya es iniciar la muerte. Si la muerte es el sentido de la vida, es porque la vida ha de culminarse tan sólo al fin. Vivir muriendo, o morir para dar vida: eso es Cristo, nuestra Pascua. Lo de menos es el último instante de la “hora nona”. Eso sí, en Él, tan importante como cada hora, cada minuto y cada segundo de su vida. ¡Pero es vivir tan interpelante!”
Día 30, Sábado Santo: “Si morimos con Cristo (no si recibimos los últimos óleos), viviremos con Él. Si morimos con Cristo, así, en presente, cada día. Que muerte y vida no son más que el anverso y reverso de una misma existencia. La existencia no se la juega uno en el último instante, por lo general –el caso del “buen ladrón” es parte del misterio insondable del amor de Dios-. Porque la vida no está en juego. Lo que está en juego es si prefieres ser vivificante o mortificante. Y Cristo eligió ser vivificante ETERNAMENTE.”
Las vacaciones de Semana Santa nos permitían ir a Cehegín, como las de Navidad y las del verano. Y Cehegín, su pueblo, sigue inspirando la creación de sonetos: “Pregonando a Cehegín”, “Desahogo ceheginero”, “Arroz y conejo”, “Madre Maravillosa”… son algunos títulos de este tiempo. Como lo son, también, “A mi anciana y joven madre”, “La fuerza del amor” o “La higuera del molino”.
En la primera semana de abril de 1991, deja escrito: “No creo encuentres mejor tesoro que la bondad del corazón. Feliz de ti si tu corazón es realmente bondadoso, o si puedes comunicarte con quien lo tenga así. Los hombres, en general, prefieren riquezas, prestigio, poder… Yo prefiero la bondad, aun a costa de ser pobre, de no ser conocido y de ser débil. Que si fuese bueno, ya iría bien servido.
¡Qué rara especie la de los hombres! Los de verdad, claro. Porque hay quienes se “humillan” y no son humildes. Los verdaderos se hallan a ras de suelo, es decir, del humus, y se exponen a ser pisados. Por eso no se rebelan; tienen conciencia de lo que son y de que la vida suya es un servicio a los demás. Y como los demás son tan numerosos, no les da tiempo a los humildes a enorgullecerse.
Una cosa es sinceridad y otra cosa es el descaro. Si dejas que hable el corazón, eres sincero. Si te dejas llevar de tu talante, del fallo ajeno, de tu interno malestar, corres el riesgo de ser descarado. Ahora bien, la Verdad debe decirse con verdad, con paz, con sosiego, con libertad, con amor… Si no, tu consejo es humillante; tu crítica, injusta; tu parecer, eso: “parecer”.
No seamos contables de lo bueno que creemos hacer, ni de lo malo que pensamos hacen los demás. Que la cantidad nunca afecta al ser, sino al tener y poseer. Y tener o poseer no te identifica. Procura que tú seas tú, tal como te hizo el Artífice. Ni siquiera eres mejor por que ayer fueras peor. A lo mejor es que ayer no eras tú, y hoy sí. Piénsalo.
Sólo se vive si se convive. Y, aunque a veces sea bueno retirarse, centrarse, reflexionar, que no te absorba el aislamiento, la soledad, y menos cuando la convivencia parece complicarte la vida. Ser persona es estar en relación, confraternizar, CONVIVIR. Los “anacoretas” corren un grandísimo riesgo: no madurar como seres humanos. Pero -¡eso sí!- haz lo posible por que la convivencia sea agradable y dichosa.
Que nadie te engañe. El amor es eterno y universal, inmedible e inmutable. Quiero decir que es sospechoso ese amor pasajero, caprichoso, temporal, parcial, acaparador… Y es que nosotros no tenemos al amor, es él quien nos tiene o debe tenernos. ¡Es tan difícil, parece, dejarse en sus brazos!”
Crecimiento espiritual
Esos valores que refleja en sus escritos, el padre Alfonso los va contrastando en su vida diaria. Él sabía que no todo era de color de rosa; que una cosa es el ideal, y otra, muy distinta, la realidad de cada día. Y sé que sufría. Disimulaba lo que podía, pero sufría. Forzosamente sufre una persona que piensa así y que así intenta vivir.
No tiene desperdicio cuanto apunta en su diario, entre los días 8 al 18 de abril de 1991. Lunes: “Cuatro ojos ven más que dos. Sobre todo, cuando se observan las cosas desde distinta perspectiva. Porque nuestros ojos no abarcan la realidad. Los fanatismos nacen de una visión unilateral, percibida por unos ojos que, aunque miopes, siempre se creen sanos y clarividentes. Pues no, tus ojos y los míos, y los de todo el mundo, son necesarios no sólo para mirar hacia fuera, sino para vernos tal como somos.”
Martes: “Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú sigue vivo, siguiendo a la Vida. Que si vives, no morirás. Que la muerte no asusta a la Vida. Tan sólo es su sombra. Y la sombra no es sino lo que la luz quiere. Mantente en la luz. Con luz, todo viviente puede andar el Camino. Ya la luz es el camino y es Vida. Ya la vida es Luz y camino. Ya el Camino es vida y luz. Preocúpate tan sólo de seguir a Cristo.”
Miércoles: “¿Qué Cristo es tu Señor? Hazle caso. Asume el programa de las “bienaventuranzas”. Cuida su Cuerpo formado por sus hermanos los hombres. Opta por lo que Él optó: pecadores, enfermos, marginados. Ora como Él te dice, y lo que Él te dice que digas. Olvídate de ti. Si no estás dispuesto a esto, no creas que Cristo es tu Señor.”
Jueves: “Sé pobre, aún pudiendo ser rico; sé manso, aún cuando te rodee la violencia; sé compasivo, aún cuando te crean tonto; ama y busca la justicia, aunque sólo veas competencia; sé misericordioso, aún cuando el enemigo abuse de ti; ten limpio el corazón, aunque te miren ojos impuros, hipócritas, maliciosos; sé pacificador, aunque impere la ley del más fuerte; sé capaz de amar, aunque en ello te vaya la vida… ¡Y serás FELIZ!”
Viernes: “Pacificar, amar, perdonar, unir, comprender, consolar, compartir, afianzar, esperanzar, iluminar… ¡Menuda tarea para el ser humano, cuya vida sólo tiene sentido desde ella misma, desde ese afán humanizador, desde ese compromiso que hace al cristiano más cristiano, al árabe mejor árabe, al judío mejor judío, al hombre más hombre!”
Sábado: “Si somos capaces de ver que la Vida nos tiene, y no al revés; que la Bondad nos bonifica; que Dios nos ama, y no al revés; que la Belleza nos hermosea; que la Verdad nos hace sabios… entenderemos qué es la Eternidad, qué es la Fe, qué el Mundo, qué el sostén de cuanto existe. Y una inefable gratitud invadirá todos nuestros días.”
“No pierdas el tiempo. Claro que el tiempo no se altera. Es tu vida, tu existencia que puede “perderse”. Ten una recta y buena jerarquía de valores. Selecciona lo que ves, lo que oyes, lo que dices, lo que lees, lo que escribes… Sólo así, hasta lo que no ves, ni oyes, ni dices, ni lees, ni escribes te será provechoso. No quería decirte que “no perdieras el tiempo”, sino que saborearas la eternidad.
Nos es necesario el silencio: el exterior y el interior. En el silencio nos encontramos, nos ponemos a la escucha de Quien no hace ruido y, oyéndolo, adquirimos mejor conocimiento de Él, del mundo y de nosotros mismos. Es decir, nos hacemos sabios. Con tal sabiduría podemos ser nosotros mismos en medio del ruido y ajetreo del mundo.
No permitas se critique a nadie en tu presencia. No toleres los chismes, las habladurías…, que la lengua puede traicionar el tesoro que llevamos dentro, y hacer que lo perdamos. Escucha y di lo bueno. Que, si es bueno, es más verdad que la verdad vestida de malicia, envidia, condena… Y te harás respetar por los sabios, y serás temido por los necios.
Sí, créeme. Porque Cristo es la resurrección y la vida, hemos de vivir resucitados, con nueva vida. Porque Cristo resucitó, venciendo a la muerte, todos nosotros resucitaremos. Pero con Él cuantos vivan aquí con Él, dando vida. Sin Él los que sin Él viven. No lo olvides. Créeme.
No creas que Diógenes estaba loco. La verdad es que es difícil encontrar un hombre. Como los sentidos nos engañan, pensamos que es lo mismo la gente que las personas. Debiera ser lo mismo, pero hay más “gente”. Así que nos vemos obligados a elegir: ser gente, masa, apariencia… o ser persona libre, dueña de ti, fraterna, solidaria.
Hay hambre de trascendencia. ¿No lo piensas así? Observa al otro, háblale, interésate por él, sé su prójimo. Y verás que, alimentado de todo lo que los sentidos pueden proporcionarle, tiene un vacío muy suyo, muy de su Yo, que está por llenar, un Yo hambriento, famélico. Ayúdale a encontrarse con el Pan de Vida y el Agua que sacia eternamente.”
Para alabanza de Cristo. Amén.