Desde mi celda doméstica
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lunes, 20 de julio de 2015

FLORECILLAS ALFONSINAS (Capítulo Cuadragesimosexto)



Capítulo XLVI


Bodas de Plata

En febrero de 1992, el padre Alfonso viaja a Valencia para visitar algunas editoriales, como la de Ortell, la Institución San Jerónimo y Edicep. En estos días primeros del mes, el nuevo trabajo en Distrinumen se extiende rápidamente a distintas localidades madrileñas. El 6, viaja en tren hasta Pamplona. Allí le recibió un tal Elías, que lo llevó a Estella, a la editorial del Verbo Divino, donde habló a los máximos responsables de la Congregación. Luego, le invitaron a comer en un restaurante de Irache, visitando posteriormente las dependencias de la Editorial. Después, Elías le llevó de nuevo a Pamplona, de donde regresó a casa.
En los días siguientes, visita otras editoriales, como Atenas, Paulinas, Cepe y Bruño. Es, por este tiempo, cuando Bruño le publica su libro “Cristianos en Iglesia”. Y continúa su semanal intervención en la COPE.
Con motivo de sus bodas de plata sacerdotales, su prima María, claretiana, consigue desde Roma una bendición del papa Juan Pablo II.
El 13 de febrero, escribe en su Diario: “Nacer, vivir, morir: un drama en tres actos, como no hay otro igual”. Y continúa el 16: “Si el corazón no está empañado, ve mejor que los ojos.” Por estos días participa en la preparación de los XXV años de la Parroquia de Nuestra Madre del Dolor.
El 20, amanece nevado en Madrid. Escribe: “La ruina de una persona, de una casa y del mundo está en no hacer oración.” Y añade, dos días más tarde: “Felices los pueblos cuyas leyes proceden de las de Dios”. El 25, acompañado de los hermanos “Motolite”, va al Auditorio Nacional, al recital que dio la gran cantante de ópera Mirelle Freni. De ese concierto aún conserva la “entrada” de tribuna.
No sé por qué, si sería a consecuencia de la reunión mantenida con el consejo de empresa, pero escribe a pie de página esta cuestión: “¿Es posible que alguien trabaje ignorando que, cuando no lo haga, tenga o no derecho al paro?”
Ya en marzo, Juan José Ceballos le llama para que intervenga en dos grabaciones para Radio Exterior de España, con motivo de la Cuaresma iniciada el día 4. A pesar del nuevo trabajo en Distrinumen, se encuentra como “en el aire”, sin aterrizar del todo, pues no le ve la punta al éxito que él hubiera deseado. Aún así, él abrirá delegaciones en varias ciudades de España. No obstante, escribe: “¡Qué triste toda una vida sin conseguir ser uno mismo!” Sin embargo, el 7, participa en la reunión de delegados de COSARESE, un colectivo de sacerdotes y religiosos secularizados que luchaba por la digna jubilación no sólo de ellos, sino de todo el estamento clerical español. La jornada fue en los Dominicos de Alcobendas. El padre Alfonso escribe: “Nunca es tarde mientras hay luz”.
En ABC se publicaba una columna de carácter religioso en la que se comentaba la Misa del domingo anterior. El día 9 de marzo, se publicaba elogiando la animación que el padre Alfonso hacía en las Eucaristías de Caldeiro. Y escribe: “¿Existiría la música si no hubiera quien pudiera oírla? ¿Existiría Dios si nadie le reconociera? No hay fe sin Dios, pero no hay Dios sin fe”. Aparentemente, una reflexión fácil, pero con mucha miga.
Con motivo de sus XXV Años de sacerdocio, 11 de marzo, celebra la Eucaristía con los vecinos de la escalera, y escribe: “¡Gracias muy especiales, Señor, por este día!” Pero, al día siguiente, escribe: “El trabajo está infectado de un ambiente de malestar a causa de retraso de contratos. La verdad es que es una vergüenza.” Los temas del trabajo le preocupan, a pesar de que ve su rápida expansión por la geografía española. Y escribe el día 16: “Es indudable que los hijos de las tinieblas son más sagaces que los hijos de la luz. ¿Qué les importan a ellos los demás, si no es para vivir a su costa?” ¡Cuánto debió sufrir en el trabajo!
Con ocasión de la festividad de San José, archiva en su Diario un escrito a imprenta sobre “el secreto de la familia”: comprometerse, apreciarse, comunicarse, estar juntos, hacer causa común y tener un horizonte espiritual.
El día 23 de marzo, anota: “No creo que deba posponer o suprimir reuniones de catequesis por horas extras de oficina. Los vecinos no deben pagar el desajuste que está suponiendo el inicio y puesta en marcha del trabajo de la Difusora.”
Le llama, al día siguiente, la directora del ELFO –Centro donde estuvo dando clases- para concretar la Eucaristía-Funeral que debería presidir, por la madre de una profesora y por la esposa del conserje del mismo Centro.
El 25, festividad de la Encarnación, anota en su Diario: “Hoy es el día sin el cual no tiene sentido ningún otro del calendario cristiano”.



Desastre laboral y Exposición Universal en Sevilla

Aunque el padre Alfonso sigue sin ver claro el camino a seguir en el trabajo, a estas alturas ya tiene enlaces laborales en Coruña, Santander, Bilbao, Segovia, Ávila, Castellón, Alicante, Murcia, Cádiz, etc… Algo que, en tan poco tiempo, sería increíble, de no ser por la influencia que él ejerce en tantos amigos dispersos por España.
Ya en abril de 1992, se queja de que las cosas se complican en el trabajo, y se siente traicionado por quienes lo contrataron, lamentando haber involucionado a tantos compañeros. 12 es Domingo de Ramos. En su diario hace la siguiente anotación: “Es una gracia y una responsabilidad, para un ministro de la Palabra, dirigirme semanalmente por radio a unas ochocientas mil personas, oyéndome durante una hora.” En el programa de Semana Santa de Cehegín le publicaron un tríptico de sonetos a la Pasión de Cristo. El 14, Martes Santo, escribe: “¡Qué difícil, a veces, la educación de los hijos! Si los hijos, desde pequeños, se salen con la suya, ¡qué cerca está de lamentar lo que, después, ya no tendrá remedio!” Y esto no lo escribía por nosotros, pues nos guiaba paternal y espiritualmente con mano firme.
El 20, hace el siguiente balance: “Lo de Edinumen no marcha con rapidez. Lo bíblico, simplemente, no marcha. El panorama, por tanto, feo.”
Con la presencia de los Reyes, se inaugura en Sevilla la magna Exposición Universal 1992, que seguíamos por televisión y que él grabó en vídeo. (Es increíble la cantidad de documentación cultural y de Conciertos que ha ido grabando a través del tiempo. Una riqueza que no sé si sabremos o podremos valorar).
Presiente la ruptura laboral. Apunta, el 24: “¿Serenidad? Compás de espera.”
Al ser viernes el 1 de mayo del 92, hubo “puente” laboral, y aprovechó para salir con nosotros de paseo. Anota: “La situación laboral se deteriora con las intromisiones de algún jefe. Su falta de tacto puede echarlo todo por la borda.”  Efectivamente, el 25, escribe: “Ya llegó al absurdo la situación laboral. Una situación humanamente indigna y vejatoria.” El 1 de junio fue decisivo para su trabajo: tenía que elegir entre llevar él solo la Difusora Bíblica o dejar también Distrinumen. A partir de ahora, iniciará una nueva búsqueda de trabajo. Y toma nuevos contactos con la Sociedad Bíblica.
El 5, marchamos con él a Sevilla. Allí asiste a la Eucaristía de la Fraternidad Ecuménica Franciscana, con quien ya no perderá el contacto. En Sevilla le salió una oferta de trabajo, que hubo de declinar. Y es que sus amigos, al enterarse de que se cerraba la oficina de Distrinumen, se movilizaron para buscarle el medio de ganarse el pan.
En junio, se celebró solemne Eucaristía en Caldeiro, para conmemorar los XXV años de la Parroquia y de la ordenación sacerdotal del párroco Goñi. Participó en la Misa y en la mesa. 
Poco a poco, el compromiso con la Difusora Bíblica se fue acrecentando, y preparó la infraestructura teórica y práctica de la misma, según le pidió Andavert. Incluso llegó a confeccionar un “manual del agente bíblico”.
Durante el mes de julio del 92, trabajó no sin disgustos, pues sabía que su contrato no pasaría del día 31. De manera que intensificó la búsqueda de trabajo, colaborando más fuertemente con la Sociedad Bíblica. Aunque sigue colaborando en la COPE, ésta le comunica que debe ir por su medio, que ella no tiene para pagarle el taxi a las 3 de la madrugada. Iría en su propio coche. 
Del 2 al 29 de agosto, en Cehegín. Tengo la impresión, por el cúmulo de aspectos que coincidieron en este agosto, que fue uno de los períodos vacacionales más plenos y hermosos. La piscina, las comidas, los amigos, la música y las conversaciones, las Eucaristías, las celebraciones de cumpleaños y onomásticas, las visitas… Todo confluyó para un verano felicísimo. El 3, escribió sonetos tan diversos como “Ansia de Ti”, “Loa total” y “Hermana muerte”. Y apunta el nombre de los platos con que nuestra tía Paquita nos festejaba: arroz con conejo, olla de apio, pollo asado con patatas fritas, sopa de fideos y carne asada, pisto de tomate y pimientos con patatas cocidas, gazpacho y ensalada de verano, olla de verano, gachasmigas, arroz con caracoles y alubias verdes, estofado de carne con patatas, arroz con mondongo, potaje de apio, patatas y huevos fritos, arroz con pollo, salsa de manitas de cerdo y hervido de patatas con costillas. Entre las celebraciones, además de la Misa semanal, la fiesta de San Ginés, el 25, en su Ermita, con los cantos del grupo de jóvenes que, luego, merendaron con nosotros. De esta manera vivíamos un mes de agosto, que tanto añoraríamos al año siguiente, como ya diré.

Para alabanza de Cristo. Amén.

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