LA ACCIÓN DE DIOS EN NOSOTROS
Dios nos manifiesta su voluntad para que caminemos, pero nosotros no podemos caminar si Él no nos lleva en sus brazos. Esta real y bella paradoja es la que realiza en el ser humano su perfección o santidad. Dios nos lleva muchísimo más allá de lo que podemos proponernos.
Dice la Biblia que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Él hace de nosotros un cuadro de sí mismo, y él es el que sabe retocarlo, sombrearlo, iluminarlo. Nadie puede realizar en el alma esa operación, pues Quien la creó es el único que puede recrearla.
Dice Pablo en su Carta a los Romanos que todo contribuye al bien de los que aman a Dios. Todo. Dios se acomoda a todos los estados del alma, utiliza todos los medios, escoge todos los momentos, toma todos los caminos. Ciertas advertencias son rápidas como el rayo. Debo aprender a captarlas. He de aprender a que su idea y plan es que yo viva de él, para él y en él. Porque él sabe perfectamente en que estado se encuentra mi edificio personal y lo que se debe o puede hacer, y, según los santos, él dirige su obra, que eres tú y que soy yo, hasta su terminación.
Para ello, Dios emplea, entre otros, dos modos de actuar: despojando y revistiendo, probando y consolando, con dolor y con gozo, tal como requiere mi naturaleza. Pues he de aprender que sólo Dios es Dios, y sus dones son meros instrumentos, pero no son él. Por ejemplo, cuando la sequedad ha actuado en el ánimo, Dios le da luces de inteligencia, de desprendimiento y de conocimiento divino.
El anonadamiento de uno mismo se hace progresivo y, cuando todo obstáculo ha desaparecido, se produce la entrada de Dios y la toma de posesión del ser humano. ¿Qué podrá hacer éste cuando eso sucede? Nada. Sólo amar y ser amado. Y descansar en la más plena paz. Un verdadero anticipo del cielo.
A esa paz se llega por grados, poco a poco, lentamente. Sólo nos queda aceptar. Dios sabe hablar y hacerse entender. Es inútil inquirir sobre lo que está sobre nuestra capacidad o escudriñar lo que excede a nuestras fuerzas. Cuanto viene de dios tiene una misión que cumplir. Aceptemos esa misión.
Por fin, la gratitud es el último peldaño. Aunque al principio no lo sientas, acostúmbrate a decir: "Gracias, Dios mío". Gracias por todo. Nada es tan poderoso como este "gracias" constante para el progreso y perfección del hombre. Esta sola práctica bastaría para santificarte en muy poco tiempo.
Alfonso Gil González
A esa paz se llega por grados, poco a poco, lentamente. Sólo nos queda aceptar. Dios sabe hablar y hacerse entender. Es inútil inquirir sobre lo que está sobre nuestra capacidad o escudriñar lo que excede a nuestras fuerzas. Cuanto viene de dios tiene una misión que cumplir. Aceptemos esa misión.
Por fin, la gratitud es el último peldaño. Aunque al principio no lo sientas, acostúmbrate a decir: "Gracias, Dios mío". Gracias por todo. Nada es tan poderoso como este "gracias" constante para el progreso y perfección del hombre. Esta sola práctica bastaría para santificarte en muy poco tiempo.
Alfonso Gil González