Desde mi celda doméstica
Buscando...
martes, 28 de julio de 2015

FLORECILLAS ALFONSINAS (Capítulo Quincuagesimotercero)



Capítulo LIII


Luces y sombras

Como mamá sigue en el Hospital, está inquieta, sufre y, sin querer, hace sufrir. Papá pide igualmente por ella, para que el Señor le ayude en la prueba que ha de pasar.
Nuestro hijo va muy despacio en su recuperación del tercer ciclo de quimioterapia. Si el dolor es un enigma, para él lo está siendo mucho más, pues no entiende que el Señor sea capaz de probarle tanto. El padre Alfonso añade: “Y esto tengo claro: si Tú puedes remediarlo, ¡hazlo!”
21 de abril de 1993.
“Te doy gracias, Señor, por la conversación mantenida, esta tarde-noche, con él. Dale siempre tu luz para que viva luminosamente. También lo he encontrado algo mejor que ayer.”
Por otra parte, mamá, que está en vísperas de operarse, tuvo muchas visitas, al igual que su hijo.
Día 22.
Después de 16 años de la primera intervención quirúrgica de su tiroides, mi esposa ha sido intervenida hoy para extirpárselo por completo. Diagnóstico: carcinoma papilar. Salió bien. Para ella, era nuevamente el inicio de un largo calvario, cuyas consecuencias le durarían de por vida.
Nuestro hijo, que parece estar mejor respecto al ciclo que ha soportado, sigue aquejado de un flemón endurecido, al que tendrán que hacerle un escáner. Papá dará gracias por la mejoría de los dos.
Día 23.
Pasa el día en el Sanatorio con mamá y con su hijo. Escribe:
“Gracias a ti, Señor, siguen recuperándose perfectamente.”
Su hermano marcharía a Pamplona con el grupo de “Zagales” del Caldeiro, para unas jornadas de convivencia. Ese mismo día, papá agradecerá al Señor la llamada telefónica de su amigo Pepe Mora, desde Huelva, con quien dialogará sobre la lección de la realidad y el camino del cielo.
Día 24.
Como ayer y anteayer, el padre Alfonso pasó el día en el Hospital de la Princesa con mamá y con su hijo, que continúan favorablemente su evolución clínica. Eduardo Malvido, hermano de la Salle, le llevó dos ejemplares del n.102 de la revista SINITE, y un paquete de separatas de la intervención que en ella hacía papá sobre el uso de la Biblia en una familia cristiana. Comentará después:
“Todo va mejor, Señor. Gracias porque, en medio de la soledad del lago, he sentido que me decías que no temiera, que Tú estás cerca (Juan 6,16-21)”.
Día 25.
Era domingo. Mi segundo hijo  volvía, resfriado, de las convivencias en Pamplona. Mamá y nuestro hijo mayor seguían bien y mejorando. Escribe papá:
“Esa es nuestra confianza, Señor: que la muerte, que Tú venciste, no tenga poder con nosotros. Por eso, quédate con nosotros, porque atardece y el día va de caída (Lucas 24,13-35). Y que te reconozcamos siempre en la misericordia con los demás.”
Al día siguiente, a mamá le dieron el alta y volvió a casa, ya quitados los 19 puntos-grapas de su cicatriz, que tanto habían impresionado a mi hermano enfermo, cuando subió a verlo. Seguía mejor de su impresionante flemón y de todo lo demás. Y recibimos el informe del equipo de oncología, confirmando la excelente respuesta que dio al tratamiento de radioterapia.
Día 27.
“Gracias, Señor, por la evidente mejoría de mamá y el restablecimiento de nuestro hijo! Ambos, Señor, tienen hambre de salud, pues, sin ella, poco pueden hacer en pro de tu Reino. Sin Ti, el dolor es un abismo fatal. Contigo, el dolor no debiera tener más importancia que ser instrumento para nuestra mejor entrega al Evangelio.”
Día 28.
60 cumpleaños del  chache Pedro que, por primera vez en su vida, celebra en Madrid, junto a su sobrino enfermo, al cual han punzado en el pecho para un nuevo análisis de su médula. Pronto volverá otra vez a casa.
Día 29 de abril de 1993.
Está bien. Debe recuperarse en casa lo mejor posible y pronto. El chache Pedro recibió una tarta del Motolite y un saco de habas que le envió la chacha Paquita desde Cehegín. Como a nosotros no deja de ayudarnos la gente, con todo tipo de atenciones, escribe mi padre:
“Gracias por todo, Señor. Todo viene de tu mano. Todo lo bueno, porque Tú eres la Bondad. Si Tú quisieras, ya no tendría que volver al Hospital.”
Y es que, al día siguiente, mi hermano salía nuevamente del Hospital. A mamá, que había ido a revisión, le dieron un tratamiento de por vida para suplir su tiroides.
Volvía la lectura de papá en familia, cuando nos acostábamos, y el correspondiente diálogo con nosotros. Y la felicidad de estar todos juntos en casa. Y la música volvió a sonar. Y se iniciaba un hermosísimo mes de mayo, mes de María, mes de las flores, mes de alegría.



Las visitas de Jesús

Mayo de 1993 lo pasaríamos todos juntos en casa, con salidas esporádicas para su revisión – tratamiento en el Hospital. El padre Alfonso, más conforme, tiene una serie de apuntes en su diario que reflejan esta situación privilegiada:
“Señor, sé Tú el buen pastor de esta casa y de cada uno en particular.”
El chache Pedro regresaría a su casa de Cehegín.
La enfermedad, por sentirla tan de cerca, aguijonea nuestra pereza espiritual, planteándonos otros esquemas y modos de configurar la fe. Y papá escribe:
“Con ser la Resurrección el tema central y fontal del mensaje cristiano, no resulta nada evidente  a este mundo de la tierra. Se vive y se muere con miedo. Es fácil llamarse cristiano. Lo difícil es ser llamado así. Señor, que tomemos conciencia del conocimiento que tienes de cada uno de nosotros, y del que debemos tenerte.”
El 4, va a consulta de máxilofacial y, al día siguiente, a una prueba de anatomía patológica. También para mamá. Le punzaron tres veces la mandíbula. De resultas, tuvo fiebre. Mi padre exclama: “Señor, confío en Ti, pero el dolor sigue al acecho del muchacho. ¿Hasta cuándo?”
El 7 le hicieron un punzamiento lumbar, y se pasó el día con vómitos y fiebre. Ello obligó a papá a escribir: 
“No sé si me faltará fe. Pero no pretendo hacer las obras que te son propias, Señor. ¡Hazlas Tú, para que no haya la menor posibilidad de vanagloria!”
Las visitas y llamadas se suceden casi ininterrumpidamente. Pero la visita que no falta, cada día, es la de Jesús Eucaristía. El 10, escribe en su diario:
“Es curioso que seamos templos de Dios y, a veces, estemos tan deteriorados corporalmente. Si hemos de morir, Señor, que lleguemos a esa meta con la satisfacción de haber vivido realmente, eficazmente, provechosamente, amorosamente, verdaderamente. Y sé Tú nuestra eterna plenitud.”
“Todo sigue mejor, anota el día 13. El milagro de la vida continúa. Porque la vida misma es el milagro. A veces, buscando otros muchos signos y prodigios, nos olvidamos de lo principal, que va dentro de nosotros”. 
El día 15 era sábado. Mira cómo reflexiona:
“A veces, Señor, me siento muy extraño. Sobre todo, cuando no hago nada especial. Es una tragedia que el tiempo pase… y todo siga igual o casi. Me agradaría que esta casa fuera algo más que casa. No sé si por todo lo pasado este tiempo atrás, pero me encuentro sin energía interior, sin la ilusión de mis años jóvenes. Aunque, en el fondo, sé que me requeman las entrañas, y que todo es posible mientras eso suceda. ¡Gracias, Señor!”
Los días, con nuestro hijo en casa, se nos pasan volando. Quizá por el temor humano a cuando tenga que reingresar en el Sanatorio. Acordándose de ello, mi padre dice:
“Todo este tiempo, Señor, me parece una larguísima pesadilla. Necesitamos despertar y sentirnos de nuevo felices, siendo Tú el motivo y centro de nuestro vivir.”
El 19, mamá recibe el informe médico de su operación: neoplasia papilar. Papá escribe en su diario:
“Puesto que la enfermedad no es tuya, Señor, y sí la salud, ¡haz que no parezca que ella puede sobre tu don!”
Al día siguiente, punzan de nuevo a su hijo en el Hospital, y le señalan día para extraerle la médula: el 8 de junio. Mi padre, que ha ido a la consulta de la Dra. Pardo, pues le tienen que poner nuevos cristales en las gafas de cerca, exclama: “Con tu ayuda, Señor, pronto estaremos fuera de todo peligro. ¡Gracias!”
El 24, se somete a una radiografía y a un electrocardiograma, mientras nuestro tío Gonzalo, hermano de mamá, ingresa en La Paz con úlcera de duodeno sangrante, de la que será intervenido al siguiente día.
Pero entre las visitas de Jesús Sacramentado, habrá una muy especial: la de la Primera Comunión de su hermana, el día 29. Dos días antes, mamá visitó al Dr. Pozuelo, que le manda hacerse unas pruebas radioactivas.
Como digo, el 29, en la Parroquia de Nuestra Madre del Dolor, en la Capilla del Colegio Caldeiro, recibía por vez primera a Jesús Eucaristía. Vino toda mi familia ceheginera, y nuestros amigos del pueblo. Y, naturalmente, asistió, con mis padres y hermano segundo, mi hermano mayor. Papá anotaría:
“A nuestra hija el Señor la colmó de su Espíritu, y la gente de regalos de todo tipo. ¡Gracias, Señor, por este hermoso día! ¡Que ella y sus hermanos sean enteramente tuyos!”
El mes de la Virgen se cerraba en paz y con la noticia de que se le adelantaba la fecha de su extracción de médula. Escribe papá:
“Gracias, Señor, si todo es según tu voluntad y, por tanto, para su bien!”

En alabanza de Cristo. Amén.

Compartir en :
 
Back to top!