Capítulo XLIV
Una semana de mayo
“La Bondad, la Verdad y la Belleza, allá donde se hallen, de Dios nos hablan. Pero la mayoría de los hombres no ven ese camino como interpelante en sus vidas. Se trata, pues, de hacer a Dios “visible”. Jesús lo hizo. Y algunos, después de Él, lo siguen “visualizando”. Y es que la Verdad puede estar en los libros, la Belleza en todo lo creado, pero la Bondad tan sólo en el corazón humano.
Ya es feo de por sí el hablar mal de alguien, pues supone un juicio sólo a Dios reservado. Pero hablar mal de quien ni está presente siquiera, es un acto tal de cobardía, que yo te ruego no intervengas en ello jamás. Si lo haces, ten por cierto que envileces tu alma hasta un grado impronunciable.”
El padre Alfonso retoma el calendario de la agenda-diario para expresar sus sentimientos, pensamientos y preocupaciones de ese tiempo de 1991. La semana del 13 al 18 de mayo no tiene desperdicio.
Lunes:
“No apoyes la fe en milagros. Sí, todo es posible al que cree, y el que cree sabe que en todo está la mano amorosa y providente de Dios; sabe que todo es milagro, que todo es digno de ser visto con ojos de admiración agradecida. De manera que, como Jesús, rehuye la tentación de lo fantástico, de lo espectacular, de lo inverosímil. La fe va por otro camino más sencillo, más encarnado, más comprometido”.
Martes:
“Mira limpiamente a los ojos de tu interlocutor. No rehuyas la mirada. Todos los sentidos nos manifiestan y nos ponen en comunicación con el mundo circundante. Sin su limpio y recto uso, no nos es posible desarrollar ese otro sexto sentido que llamamos “sentido común”. Porque, cuanto del mundo adquirimos nos viene por los otros cinco. Mas, puedes estar seguro que tus ojos son las ventanas por donde se asoma el alma.”
Miércoles, 15, San Isidro:
“No es verdad que, para santificarte, necesites el convento. Hay muchos santos que no llevan ropa talar, la mayoría, aunque no estén canonizados. Otros la llevaban, pero nunca fueron monjes o monjas. Como ves, el hábito no hace al monje; quiero decir, al santo. San Isidro debe ser un buen estímulo a vivir el seguimiento a Jesucristo desde tu casa, la familia, el trabajo… Como los primeros que a Jesús siguieron.”
Jueves:
La verdad os hará libres. Ciertamente. Las mentiras son como los eslabones de una cadena que, al final, te esclaviza. Si no puedes decir la verdad, guarda hermético silencio. A veces, una media verdad tiene resultados peores que la mentira declarada. Que tu SÍ sea un SÍ, y que tu NO sea un NO. O guarda absoluto silencio. Que no todo el mundo puede soportar la palabra veraz.”
Viernes:
“Si eres cristiano, vive la Eucaristía en tu comunidad. Celebra la entrega de Cristo, por amor, a todos los hombres, a su Iglesia, a tu grupo, a ti mismo. Pero no la aísles de la vida. No te sirva de evasión de tu compromiso mundano. Que Cristo no se ha quedado para suplir fetiche alguno, sino para que, alimentados de su vida, sea la nuestra una entrega incondicional a nuestros hermanos los hombres.”
Sábado:
“No desaproveches la ocasión que te da la vida para humanizar las relaciones con los demás: los cumpleaños, las onomásticas, el éxito en algo, el dolor ajeno… Y, si has de escribir para unirte a esas efemérides, que no te dé pereza. Se está perdiendo la comunicación epistolar, tan propia para reflejar los propios sentimientos. Y, si tu carta es hermosa, ¡cuánto bien puede hacer, aunque pase el tiempo, con su relectura!”
Es, por eso, que escribía para el futuro, para los posibles lectores. Su sacerdocio lo sentía eterno, aún para después de partir de este mundo. En sus palabras, casi siempre emplea el mismo esquema: 1º) reflexiona o expone; 2º) concluye en la moraleja, la convicción, el consejo. Por ejemplo, escribe el 20 de mayo:
“Es mejor maestro Don Fracaso que Don Éxito, y es mejor profesora Doña Derrota que doña Victoria. Pero, muchísimos más alumnos se apuntan a las clases de Don Éxito y Doña Victoria. Así, pues, ¿qué futuro espera a una sociedad, a una familia, a la misma Iglesia, con tan estúpidos aspirantes? Y si, después de todo, reconocieran que los pocos sabios que en el mundo han sido adquirieron su sabiduría con Don Fracaso y con Doña Derrota…”
21 de mayo: “Lo malo de hacer un trasvase de la piedad popular a la fe cristiana es que ésta se salpica de fetichismos, magias e idolatrías de aquella. En el cristianismo, toda piedad debe ser fruto de la fe desnuda y totalizante en Jesús, y de la entrega amorosa a los demás. Lo demás, aún con capa de bien, no es la salud mental y cordial de cualquier creyente.”
La causa de las cosas
Hombre respetuoso con todos, escribía en la página del 22 de mayo de 1991:
“Decía el cardenal Duval que el respeto a la persona era el fundamento de la sociedad humana. También de la sociedad eclesiástica, en cuanto sistema de convivencia. Al menos, así lo hizo e inculcó Jesús. Toda disciplina que no garantice dicho respeto, aunque creyera basarse en la voluntad de Dios, no sería más que capricho totalitario y, por lo mismo, demoníaco.”
Y, el día 23, añade:
“Algunos creen que es una injusticia el que unos nazcan príncipes y otros nazcan mendigos. Pero grandeza humana no reside en el poder, ni en el dinero, ni en el bienestar, ni en el prestigio. La grandeza está en ser persona. Hay mendigos que lo son, y hay príncipes que no llegan a esa madurez del ser humano.”
No deja de ser curioso lo que escribe, el 24 de mayo, sobre el Juicio Final:
“A sabiendas de qué va a ir el examen final, resulta que algunos se preparan al mismo un temario diferente: leyes, dogmas, costumbres… Un buen cuestionario para ganar oposiciones a otra cosa. Afortunadamente, entre el discurso programático (Mateo 5) y el juicio de las naciones (Mateo 25), está la regla de oro o clave para asegurar el aprobado, que más no podremos merecer: HAZ A LOS DEMÁS LO QUE DESEAS QUE LOS DEMÁS HAGAN CONTIGO (Mateo 7, 12).”
Y acaba la semana hablando de los sueños:
“Hasta los sueños, que no son más que sueños, nos ayudan a ser conformes con la voluntad de Dios. Dice la Biblia que Abraham soñó, y soñó Jacob, y su hijo José, y el esposo de la Virgen María… Todos ellos, hombres de Dios. Y soñaron, después de Cristo, algunos santos, como Juan Bosco, cuyo sueño le llevó a entregarse a aquellos jóvenes maleducados, para regenerarlos en cuerpo y alma. Sí, “los sueños sueños son”, pero también Dios puede hablarte por ese medio.”
No era sólo un buen observador del medio que le rodeaba. El padre Alfonso, principalmente, era un observador del alma, del interior, porque él siempre iba a la causa de las cosas. El 27 de mayo pone en su diario:
“No. Orar no es dirigir el corazón a Dios y pedirle mercedes. Orar es poner el corazón a la escucha de Dios en actitud, eso sí, humilde, disponible, obediente… La crisis de fe no viene por el abandono de las prácticas religiosas, sino por no activar en nosotros la “pasividad” de la Oración, la docilidad a la influencia del Espíritu de Jesús. Por esa pereza entran todos los males.”
Es esa reflexión la que le lleva a esta otra:
“Parece fácil, pero no lo es. No es fácil ser humilde, aunque sí el parecerlo. El problema radica en la dificultad de saber reconocer la propia pequeñez. Tan es así, que Pascal hace consistir la grandeza del hombre en ese reconocimiento. Yo sé, y no es difícil deducirlo, que la humildad es base firme de la felicidad.
Trabaja por la paz, no porque existan guerras, sino para evitarlas. Fomenta la amistad, no porque existan roces, sino para que no los haya. Entrégate al amor, no porque amenace el odio, sino para que éste no tenga jamás cabida. Date a los demás, no para contrarrestar el egoísmo, sino para que no tenga por dónde colarse en tu corazón.
Es verdad. Desgracia no pequeña la de quien se pasa la vida buscando y a sí mismo no se encuentra. El vacío de nosotros mismos es inútil llenarlo de lo que no nos pertenece, de lo que no nos puede construir. Cuando el hombre se halla a sí mismo, encuentra la clave para la conexión con Quien lo trasciende y plenifica.”
Y así termina mayo de 1991:
“¡Qué importante papel el de la palabra que sale de nuestra boca! Sobre todo, porque ella expresa lo que llevamos en el corazón. Cuando María habló a su prima Isabel, saltó de gozo el hijo que ésta llevaba en sus entrañas. Pero hay palabras que entristecen, que duelen, que hieren, que matan. No existen armas más destructivas.. En todo momento, elige una palabra vivificante o el silencio compasivo.”
Eso era el 31, festividad de la Visitación de la Virgen. Ese día, y el texto evangélico correspondiente, le dieron pie para tal reflexión, que me parece la mejor ofrenda a La que este mes le es dedicado en la Iglesia.
Para alabanza de Cristo. Amén.